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El Retorno
Danilo Clementoni


Volumen 1/3. ”Estábamos volviendo. Solo había pasado un año solar desde que hemos tenido que abandonar rápidamente el planeta pero, para ellos, habían pasado 3.600 años terrestres. ¿Qué íbamos a encontrar?”

Nibiru, el duodécimo planeta de nuestro sistema solar, tiene una órbita extremadamente elíptica, retrógrada y bastante más grande de la de los otros planetas. De hecho, para hacer un giro completo alrededor del Sol tarda casi 3.600 años. Sus habitantes, aprovechando esta aproximación cíclica, desde hace cientos de miles de años nos han hecho sistemáticamente visitas, influenciando cada vez cultura, conocimientos, tecnología e incluso la misma evolución de la raza humana. Nuestros predecesores los han llamado de muchos modos, pero seguramente el nombre que más les representa desde siempre es ”Dioses”. Azakis y Petri, dos simpáticos habitantes de este extraño planeta a bordo de su astronave Theos, están volviendo a la Tierra para recuperar una misteriosa y valiosísima carga escondida la última vez que han estado aquí. Un relato apasionante, divertido, pero también lleno de suspense y con relecturas de acontecimientos históricos que os van a sorprender.





Danilo Clementoni

El retorno




Danilo Clementoni




El retorno


Las aventuras de Azakis y Petri


TГ­tulo original: Il Ritorno




Traducido por: Ester Vidal


Editor: Tektime


Este libro es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, lugares y organizaciones citadas son fruto de la imaginaciГіn del autor y tienen la finalidad de aportar veracidad a la narraciГіn. Cualquier semejanza con hechos o personas reales, vivas o difuntas, es pura coincidencia.



EL RETORNO

Copyright В© 2013 Danilo Clementoni



Primera ediciГіn: Noviembre de 2013

Editado e impreso de forma independiente



Facebook: www.facebook.com/libroilritorno

blog: dclementoni.blogspot.it

e-mail: d.clementoni@gmail.com



Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de esta publicaciГіn pueden reproducirse en ninguna forma, ni por ningГєn medio, sea electrГіnico o mecГЎnico, sin el permiso previo por escrito del editor, a excepciГіn de pasajes breves que pueden citarse para reseГ±as.


A mi mujer y a mi hijo, por la paciencia que han tenido conmigo y por las valiosas sugerencias que me han dado, contribuyendo a mejorar tanto a mГ­ como a esta novela.

Un agradecimiento especial a todos mis amigos, que continuamente me han reconfortado y animado a seguir hacia adelante en la finalizaciГіn de este libro, que quizГЎs, sin ellos, nunca habrГ­a visto la luz.

Otro agradecimiento especial a mi traductora, Ester Vidal, por el tiempo y energГ­as dedicados a este libro y por la pasiГіn y profesionalidad que ha demostrado en la traducciГіn de este libro.




В«VolvГ­amos. HabГ­a pasado tan solo un aГ±o solar nuestro desde que nos vimos obligados a abandonar el planeta a toda prisa, pero para ellos habГ­an pasado 3.600 aГ±os terrestres. ВїQuГ© nos Г­bamos a encontrar?В»







IntroducciГіn


El duodГ©cimo planeta, Nibiru (el planeta de cruce) como lo llamaron los Sumerios, o Marduk (el rey de los cielos) como lo rebautizaron los Babilonios, es en realidad un cuerpo celeste que orbita alrededor de nuestro sol, durante un periodo de 3.600 aГ±os. Su Гіrbita es claramente elГ­ptica, retrГіgrada (gira alrededor del sol en sentido contrario a todos los demГЎs planetas) y estГЎ muy inclinada respecto al plano de nuestro sistema solar.

Cada una de sus aproximaciones cГ­clicas ha provocado, casi siempre, enormes alteraciones interplanetarias en nuestro sistema solar, tanto en las Гіrbitas como en la conformaciГіn de los planetas implicados. Concretamente, fue en uno de sus mГЎs tumultuosos cruces donde el majestuoso planeta Tiamat, situado entre Marte y JГєpiter, con una masa de casi nueve veces la actual Tierra, rico en agua y con once satГ©lites, fue devastado debido a una colisiГіn Г©pica. Una de las siete lunas orbitantes alrededor de Nibiru impactГі en el gigantesco Tiamat, rompiГ©ndolo prГЎcticamente por la mitad y forzando a las dos secciones a moverse en Гіrbitas diferentes. En el cruce sucesivo (el В«segundo dГ­aВ» del GГ©nesis), los demГЎs satГ©lites de Nibiru completaron la obra, destruyendo completamente una de las dos partes que se formaron en la primera colisiГіn. Una parte de los detritos generados por los mГєltiples impactos formaron lo que hoy conocemos como el В«cinturГіn de asteroidesВ» o, como lo llamaban los Sumerios, el В«Brazalete MartilladoВ», mientras que otra parte fue absorbida por los planetas vecinos. En concreto, fue JГєpiter el que capturГі la mayor parte de los detritos, aumentando de forma considerable su masa.

Los satГ©lites que provocaron el desastre, entre ellos los supervivientes del ex-Tiamat, fueron В«lanzadosВ» en su mayorГ­a a Гіrbitas externas, formando lo que hoy conocemos como В«cometasВ». La parte que sobreviviГі al segundo cruce se ubicГі, sin embargo, en una Гіrbita estable entre Marte y Venus, llevГЎndose el Гєltimo satГ©lite que quedaba y formando asГ­ la que hoy conocemos como la Tierra, junto a su inseparable compaГ±era la Luna.

La cicatriz provocada por aquel impacto cГіsmico, que tuvo lugar hace unos 4 millones de aГ±os, es aГєn hoy parcialmente visible. В La parte daГ±ada del planeta se encuentra, actualmente, completamente cubierta por las aguas de lo que hoy se denomina OcГ©ano PacГ­fico. Г‰ste ocupa una tercera parte de la superficie terrestre, con una extensiГіn de mГЎs de 179 millones de kilГіmetros cuadrados. En toda esta inmensa superficie no existen prГЎcticamente tierras emergidas, tan solo una gran depresiГіn que se extiende hasta profundidades que superan los diez kilГіmetros.



Actualmente, Nibiru posee una conformaciГіn muy similar a la de la Tierra. Dos terceras partes estГЎn cubiertas de agua, mientras que el resto estГЎ ocupado por un Гєnico continente, que se extiende de norte a sur y que posee una superficie total que supera los 100 millones de kilГіmetros cuadrados. Algunos de sus habitantes, desde hace cientos de miles de aГ±os y aprovechando la aproximaciГіn cГ­clica de su planeta al nuestro, nos han visitado regularmente, influyendo en cada ocasiГіn en la cultura, el conocimiento, la tecnologГ­a e incluso en la evoluciГіn misma de la raza humana. Nuestros predecesores los han llamado de muchas formas, pero quizГЎs el nombre que siempre les ha representado mejor es el de В«DiosesВ».




Nave Espacial Theos – A 1.000.000 Km de Júpiter


Azakis estaba cГіmodamente tumbado en su oscuro sillГіn autoconformable, aquГ©l que un viejo amigo Artesano, construyГ©ndolo con sus propias manos, quiso regalarle algunos aГ±os antes, con motivo de su primera misiГіn interplanetaria.

В«Te traerГЎ suerteВ», le dijo aquel dГ­a. В«Te ayudarГЎ a relajarte y a tomar las decisiones correctas cuando lo necesitesВ».

Efectivamente, ahГ­ sentado, habГ­a tomado muchas decisiones desde entonces y la suerte estuvo a menudo de su parte. AsГ­ que se asegurГі de llevar consigo aquel preciado recuerdo, sin tener en cuenta muchas de las reglas que impedГ­an su uso, especialmente en una nave estelar de categorГ­a Bousen-1 como en la que se hallaba ahora.



Una estela azulada de humo se alzaba recta y veloz del cigarro que sostenГ­a entre el pulgar y el Г­ndice mientras, con la mirada, intentaba recorrer las 4,2 UA[1 - Unidad astronГіmica. Indica la distancia media entre el Sol y la Tierra igual a 149.597.870,700 Km.] que aГєn lo separaban de su meta. A pesar de que hiciera ya algunos aГ±os que realizaba este tipo de viaje, el encanto de la oscuridad del espacio que lo rodeaba y los millones de estrellas que lo salpicaban eran capaces de raptar sus pensamientos. La gran apertura elГ­ptica, justo frente a su posiciГіn, le permitГ­a tener una visiГіn completa de la direcciГіn del viaje y siempre se sorprendГ­a de cГіmo aquel delgadГ­simo campo de fuerza era capaz de protegerlo del frГ­o sideral del espacio e impedГ­a que el aire saliera repentinamente, succionado por el vacГ­o absoluto del exterior. La muerte serГ­a prГЎcticamente inmediata.

AspirГі una rГЎpida bocanada del largo cigarro y volviГі a mirar en el visor hologrГЎfico frente a Г©l, donde aparecГ­a el rostro cansado y sin afeitar de Petri, su compaГ±ero de viaje que, al otro lado de la nave, estaba reparando el sistema de control de los conductos de descarga. Se entretuvo un rato distorsionando la imagen, soplando el humo apenas aspirado en el centro, creando asГ­ un efecto ondulante que le recordaba mucho a los movimientos sinuosos de las sensuales bailarinas, a las que solГ­a ir a ver cuando finalmente regresaba a su ciudad de origen y podГ­a disfrutar de un poco de descanso bien merecido.



Petri, su amigo y compaГ±ero de aventuras, tenГ­a ya casi treinta y dos aГ±os y era la cuarta misiГіn de este tipo en la que participaba. Su imponente y maciza complexiГіn inspiraba siempre, a todos aquellos que se lo encontraban, un profundo respeto. Ojos negros como el espacio exterior, cabellos oscuros, largos y desordenados que le llegaban hasta los hombros, casi dos metros treinta de altura, tГіrax y brazos poderosos capaces de levantar a un Nebir[2 - MamГ­fero cuadrГєpedo de densa piel marrГіn oscura. De adulto llega a superar los cien kilogramos de peso.] adulto sin esfuerzo y, aun asГ­, tenГ­a el espГ­ritu de un niГ±o. Era capaz de emocionarse viendo florecer una flor de Soel[3 - RarГ­sima flor de tallo largo con seis pГ©talos. Cada pГ©talo tiene la parte central blanca y un color diferente en el iris. Solo se abre dos veces al aГ±o, y su perfume es intenso y embriagador.], podГ­a permanecer horas mirando extasiado las olas del mar mientras rompГ­an en las ebГєrneas costas del Golfo de Saraan[4 - Golfo situado en el sud del Continente, donde enormes acantilados sobre el mar forman una gran cueva natural. La antigua ciudad de Saraan lo domina con su majestuosidad, convirtiГ©ndolo en uno de los lugares mГЎs bellos del planeta.]. Una persona increГ­ble, fiel, leal, dispuesta a dar su vida por Г©l sin dudarlo. Nunca habrГ­a partido si no hubiera tenido a Petri a su lado. Era el Гєnico en el mundo en el que confiaba ciegamente y al que no traicionarГ­a nunca.



Los motores de la nave, configurados para la navegaciГіn dentro del sistema solar, transmitГ­an el clГЎsico y tranquilizador zumbido bifГЎsico. Para sus oГ­dos expertos, ese sonido confirmaba que todo estaba funcionando a la perfecciГіn. Con su sensibilidad auditiva habrГ­a sido capaz de percibir una variaciГіn en las cГЎmaras de intercambio, incluso de tan solo 0,0001 Lasig, mucho antes de que el sofisticadГ­simo sistema de control automatizado se diera cuenta. Otra razГіn por la que se le habГ­a permitido, desde muy joven, dirigir una nave de categorГ­a Pegasus.

Muchos de sus compaГ±eros habrГ­an dado un brazo por estar ahГ­, en su lugar. Pero ahora estaba Г©l.



El implante intraocular O^COM materializГі frente a Г©l la nueva ruta recalculada. В Era increГ­ble cГіmo un objeto de pocas micras podГ­a desempeГ±ar todas aquellas funciones. Introducido directamente en el nervio Гіptico, era capaz de visualizar todo un puente de control, superponiendo la imagen a la realidad que se tenГ­a delante. Al principio, no habГ­a sido fГЎcil acostumbrarse a aquella maldita cosa y mГЎs de una vez las nГЎuseas habГ­an intentado tomar el control. Sin embargo, ahora no serГ­a capaz de vivir sin Г©l.

Todo el sistema solar giraba a su alrededor con su fascinante majestuosidad. El pequeГ±o punto azul, cercano al gigantesco JГєpiter, representaba la posiciГіn de su nave y la sutil lГ­nea roja, ligeramente mГЎs curvada que la anterior ya desvanecida, indicaba la nueva trayectoria de aproximaciГіn a la Tierra.

La atracciГіn gravitacional del planeta mГЎs grande del sistema era impresionante. Definitivamente, debГ­an mantener una distancia de seguridad y solo la potencia de los dos motores Bousen permitirГ­a a la Theos huir de aquel abrazo mortal.

В«AzakisВ», graznГі al comunicador portГЎtil apoyado en la consola ante Г©l, В«tenemos que comprobar el estado de las juntas del compartimento seisВ».

«¿Aún no lo has hecho?», respondió con tono divertido, convencido de que iba a hacer enfadar a su amigo.

«¡Tira ese apestoso cigarro y ven a echarme una mano!», gritó Petri.

Lo sabГ­a.

HabГ­a conseguido ponerlo nervioso y eso le encantaba.

В«Ya vengo, ya vengo. Estoy llegando, amigo mГ­o, no te cabreesВ».

В«Date prisa, llevo cuatro horas rodeado de esta porquerГ­a y no estoy de humor para juegosВ».

Cascarrabias como de costumbre, pero nada ni nadie habrГ­a podido separarlo de Г©l.

Se conocГ­an desde la niГ±ez. Fue Г©l quien, en mГЎs de una ocasiГіn, lo salvГі de una paliza asegurada (era mucho mГЎs grande que los demГЎs niГ±os), interponiГ©ndose con su respetable tamaГ±o entre su amigo y la habitual banda de matones de la que casi siempre era objetivo.

Durante la adolescencia, Azakis no era precisamente la clase de chico por el que las agraciadas representantes del otro sexo se habrГ­an peleado. Siempre vestГ­a demasiado desaliГ±ado, pelo rapado, complexiГіn delgada, constantemente conectado a la Red[5 - Sistema de interconexiГіn global que puede memorizar y distribuir el Saber a nivel В planetario. Todos los habitantes pueden acceder, con varios niveles de profundidad, mediante un sistema neural N^COM, implantado desde el nacimiento en el cerebro, de manera permanente.] de la que absorbГ­a millones de datos a una velocidad diez veces superior a la media. Ya con diecisГ©is aГ±os, gracias a sus notables resultados en los estudios, obtuvo un acceso de nivel C, con la posibilidad de alcanzar conocimientos vetados a casi todos sus coetГЎneos. El implante neuronal N^COM, que le garantizaba ese tipo de acceso, tenГ­a, sin embargo, alguna pequeГ±a contraindicaciГіn. Durante las fases de adquisiciГіn, la concentraciГіn debГ­a ser casi absoluta y, dado que la mayor parte de su tiempo lo pasaba asГ­, tenГ­a prГЎcticamente siempre una expresiГіn ausente, con la mirada perdida, totalmente ajeno a lo que sucedГ­a a su alrededor. De hecho, todos pensaban que, al contrario de lo que proclamaban los Ancianos, era un poco retrasado.

A Г©l no le importaba.

Su sed de conocimiento no tenГ­a lГ­mites. Incluso durante la noche permanecГ­a conectado y, aunque durante el sueГ±o las capacidades de adquisiciГіn se redujeran a un triste 1%, precisamente por la necesidad de concentraciГіn absoluta, no querГ­a desperdiciar ni siquiera un solo instante de su vida sin tener la posibilidad de aumentar su bagaje cultural.

Se levantГі esbozando una leve sonrisa y se dirigiГі hacia el compartimento seis, donde su amigo lo estaba esperando.




Planeta Tierra – Tell el-Mukayyar – Iraq


Elisa Hunter estaba intentando por enГ©sima vez secar aquella maldita gotita de sudor que, desde la frente, se obstinaba en descender lentamente hacia su nariz, para despuГ©s zambullirse en la ardiente arena bajo sus pies. HacГ­a ya varias horas que estaba de rodillas, con su inseparable Trowel Marshalltown[6 - EspГЎtula de arqueГіlogo creada especialmente para las actividades de excavaciГіn.] raspando delicadamente el terreno intentando sacar a la luz, sin daГ±arla, lo que parecГ­a ser la parte superior de una lГЎpida. No obstante, esta idea no le habГ­a convencido desde un principio. En las inmediaciones del Zigurat de Ur[7 - ConstrucciГіn en forma de torre compuesta por troncos de pirГЎmide superpuestos en pisos (pirГЎmide escalonada).], donde desde hace casi dos meses, gracias a su fama de arqueГіloga y de experta conocedora del idioma Sumerio, le permitieron trabajar, se habГ­an encontrado muchas tumbas desde las primeras excavaciones realizadas a principios del siglo XX, pero nunca, en ninguna de ellas, habГ­a aparecido un artefacto de ese tipo. Dada la particular forma cuadrada y el importante tamaГ±o, mГЎs que un sarcГіfago, parecГ­a la В«tapaВ» de alguna clase de contenedor sepultado ahГ­ hace miles de aГ±os, para proteger o esconder quiГ©n sabe quГ©.

Por desgracia, al haber desenterrado, hasta el momento, solo una porciГіn de la parte superior, aГєn no habГ­a sido capaz de establecer la altura del supuesto contenedor. Las incisiones cuneiformes, que recubrГ­an toda la superficie visible de la tapa, no se parecГ­an a nada que jamГЎs hubiese visto.

Para traducirlas habrГ­an sido necesarios varios dГ­as y otras tantas noches insomnes.



В«DoctoraВ».

Elisa levantГі la cabeza y, apoyando la mano derecha justo encima de los ojos para protegerse del sol, vio a su ayudante Hisham venir hacia ella a paso ligero.

В«DoctoraВ», repitiГі el hombre, В«hay una llamada para usted de la base. Parece urgenteВ».

В«Ya voy. Gracias HishamВ».

AprovechГі el parГіn forzado para tomar un sorbo de agua, ya casi hirviendo, de la cantimplora que llevaba siempre sujeta a la cintura.



Una llamada de la base… Solo podía significar problemas.



Se levantГі, sacudiГі sus pantalones levantando una nube de polvo y se dirigiГі decidida hacia la tienda que funcionaba como campamento base para la investigaciГіn.

AbriГі la cremallera que cerraba la tienda de campaГ±a y entrГі. Hicieron falta unos segundos para que sus ojos se acostumbraran al cambio de luminosidad, pero esto no le impidiГі reconocer, en el monitor, las facciones del coronel Jack Hudson que, con aire siniestro, miraba al vacГ­o esperando su respuesta.



El coronel era oficialmente el responsable de la escuadra estratГ©gica antiterrorismo destinada en Nassiriya, pero su misiГіn real era la de coordinar una serie de investigaciones cientГ­ficas contratadas y controladas por un misterioso departamento. ELSAD[8 - Extraterrestrial Lifeforms Search and Discovery.]. Dicho departamento estaba rodeado del usual misterio que envuelve todas las estructuras de ese tipo. Casi nadie conocГ­a exactamente el objetivo y la finalidad de todo el tinglado. Solo se sabГ­a que el cuartel general de la operaciГіn respondГ­a directamente ante el Presidente de los Estados Unidos de AmГ©rica.

En realidad, a Elisa no le importaba demasiado todo esto. El verdadero motivo por el que habГ­a decidido aceptar la oferta, y participar en una de las expediciones, era que finalmente podГ­a volver al lugar que mГЎs amaba del mundo, haciendo un trabajo que le encantaba y en el que, a pesar de su relativa corta edad (treinta y ocho aГ±os), era una de las mejores y mГЎs cotizadas del sector.



«Buenas tardes coronel», dijo exhibiendo su mejor sonrisa, «¿A qué debo este honor?»

В«Doctora Hunter, dГ©jese de formalidades. Conoce perfectamente el motivo de mi llamada. В El permiso que se le ha concedido para realizar su trabajo caducГі hace dos dГ­as y usted no puede seguir allГ­В».

Su voz era firme y decidida. En esta ocasiГіn, ni siquiera su indiscutible atractivo iba a ser suficiente para conseguir una nueva prГіrroga. AsГ­ que decidiГі jugarse su Гєltima carta.



Desde que la coaliciГіn encabezada por los Estados Unidos decidiera, el 23 de Marzo de 2003, invadir Iraq con el propГіsito de destituir al dictador Saddam Hussein, acusado de poseer armas de destrucciГіn masiva (acusaciГіn que resultГі ser infundada) y de apoyar al terrorismo islГЎmico, en Irak todas las investigaciones arqueolГіgicas, ya bastante complicadas en tiempos de paz, habГ­an sufrido un estancamiento. Solo el cese oficial de las hostilidades, el 15 de Abril de 2004, habГ­a reavivado la esperanza de los arqueГіlogos de todo el mundo de poder acercarse a uno de los lugares desde donde, supuestamente, las civilizaciones mГЎs antiguas de la historia se habГ­an desarrollado y habГ­an difundido su cultura en todo el mundo. В La decisiГіn de las autoridades iraquГ­es, a finales de 2011, de abrir nuevamente a las excavaciones algunos lugares de valor histГіrico inestimable para В«continuar valorando el propio patrimonio culturalВ», habГ­a finalmente transformado la esperanza en certeza. Bajo el amparo de la ONU y con numerosas autorizaciones firmadas previamente y refrendadas por un incalculable nГєmero de В«autoridadesВ», algunos grupos de investigadores seleccionados y supervisados por comisiones especГ­ficas, podГ­an operar, con carГЎcter temporal, en las principales ГЎreas de interГ©s arqueolГіgico del territorio iraquГ­.



В«Querido coronelВ», dijo, acercГЎndose todo lo posible a la webcam para que sus grandes ojos verde esmeralda obtuvieran el efecto que esperaba, В«tiene usted toda la razГіnВ».

SabГ­a muy bien que dar inicialmente la razГіn a su interlocutor lo predisponГ­a de forma mГЎs positiva.

«Pero…estamos tan cerca».

«¿Cerca de qué?», gritó el coronel levantándose de la silla y apoyando los puños sobre el escritorio. «Hace semanas que me repite la misma historia. No estoy dispuesto a seguir confiando en usted sin ver con mis propios ojos algo sólido».

В«Si me concede el honor de acompaГ±arme esta noche durante la cena, estarГ© encantada de mostrarle algo que le devolverГЎ la esperanza. ВїQuГ© le parece?В»

Sus blanquГ­simos dientes, brillando en una esplГ©ndida sonrisa, y el jugueteo con su rubio y largo cabello hicieron el resto. Estaba segura de que lo habГ­a convencido.

El coronel frunciГі el ceГ±o intentando mantener una mirada enfurecida, pero incluso Г©l sabГ­a que no se podГ­a resistir a aquella propuesta. В Elisa siempre le habГ­a gustado y una cena para dos le intrigaba muchГ­simo.

TambiГ©n Г©l, a pesar de sus cuarenta y ocho aГ±os, aГєn era un hombre atractivo. FГ­sico atlГ©tico, rasgos marcados, pelo corto canoso, mirada firme y decidida sostenida por ojos de un color azul intenso, con una excelente cultura general que le permitГ­a mantener discusiones sobre innumerables temas, todo ello junto al indiscutible atractivo del uniforme, lo convertГ­a en un hombre considerablemente В«interesanteВ».

В«ValeВ», resoplГі el coronel, В«pero si esta noche no me trae algo impresionante, ya puede comenzar a recoger toda su chatarra y a hacer la maletaВ». IntentГі utilizar el tono mГЎs autoritario que pudo, pero no le saliГі demasiado bien.

В«EstГ© preparada a las 20:00 horas. Un coche le recogerГЎ en el hotelВ», y cortГі la comunicaciГіn algo arrepentido de no haberse, ni siquiera, despedido de ella.



Tengo que darme prisa. Me quedan solo algunas horas hasta que oscurezca.



В«HishamВ», gritГі asomГЎndose a la tienda, В«rГЎpido, reГєne a todo el equipo. Necesito toda la ayuda posibleВ».

RecorriГі, a paso ligero, los pocos metros que la separaban de la zona de excavaciГіn, dejando tras ella una serie de nubes de polvo. En cuestiГіn de minutos, todos se reunieron alrededor de ella a la espera de Гіrdenes.

В«TГє, por favor, quita la arena de aquella esquinaВ», ordenГі indicando el lado de la piedra mГЎs alejado de ella. В«Y tГє, ayГєdalo. Por favor, tened mucho cuidado. Si es lo que creo, esta cosa nos salvarГЎ el culoВ».




Nave Espacial Theos – Órbita de Júpiter


El pequeГ±o, pero extremadamente cГіmodo, mГіdulo esfГ©rico de transferencia interna estaba recorriendo, a una velocidad media de 10 m/s, el conducto nГєmero tres, que conducirГ­a a Azakis a la entrada del compartimento, donde lo esperaba su compaГ±ero Petri.



La Theos, también con forma esférica y con un diámetro de noventa y seis metros, contaba con dieciocho conductos tubulares, cada uno con una longitud de unos trescientos metros que, como meridianos, fueron construidos a una distancia de diez grados el uno del otro y cubrían toda la circunferencia. Cada uno de los veintitrés niveles, de cuatro metros de altura, excepto por la cabina central (nivel undécimo) que medía el doble, era fácilmente alcanzable gracias a las “paradas” que cada conducto tenía en cada planta. En la práctica, para recorrer la distancia entre los puntos más alejados de la nave, se tardaba como máximo quince segundos.



El frenazo del mГіdulo fue casi imperceptible. La puerta se abriГі con un ligero silbido y tras ella apareciГі Petri, de pie con las piernas separadas y los brazos cruzados.

«Hace horas que te espero», dijo con un tono claramente poco creíble. «¿Has terminado de saturar los filtros del aire con esa porquería maloliente que siempre llevas encima?». La alusión a su cigarro fue muy sutil.

Ignorando, con una sonrisita, la provocaciГіn, Azakis sacГі del cinturГіn el analizador portГЎtil y lo activГі con un gesto del pulgar.

В«AguГЎntame esto y dГ©monos prisaВ», dijo pasГЎndole con una mano el aparato, mientras con la otra intentaba colocar el sensor dentro del conector de su derecha. В«La llegada estГЎ prevista para dentro de unas 58 horas y estoy muy preocupadoВ».

«¿Por qué?», preguntó ingenuamente Petri.

В«No lo sГ©. Tengo la sensaciГіn de que nos espera una desagradable sorpresaВ».

El instrumento que Petri tenГ­a en la mano empezГі a emitir una serie de sonidos de diferentes frecuencias. Lo observГі sin tener ni idea de lo que indicaban. LevantГі la mirada hacia el rostro de su amigo buscando alguna seГ±al, pero no la encontrГі. Azakis, moviГ©ndose con mucho cuidado, moviГі el sensor a la otra conexiГіn. El analizador emitiГі una nueva serie de sonidos indescifrables. DespuГ©s, solo silencio. Azakis cogiГі el instrumento de la mano de su compaГ±ero, observГі atentamente los resultados y a continuaciГіn sonriГі.

В«Todo en orden. Podemos procederВ».

SГіlo entonces, Petri se dio cuenta de que hacГ­a ya rato que habГ­a dejado de respirar. EchГі todo el aire y notГі una cierta sensaciГіn de relajaciГіn. Un fallo, incluso mГ­nimo, de uno de aquellos conectores, podrГ­a comprometer irremediablemente su misiГіn, obligГЎndoles a volver lo mГЎs rГЎpidamente posible. Era lo Гєltimo que querГ­a. Ya casi lo habГ­an conseguido.

«Voy a asearme», dijo Petri, intentando sacudirse el polvo de encima. «La visita a los conductos de descarga siempre es así…», y torciendo el labio superior añadió, «¡instructiva!».

Azakis sonriГі. В«Nos vemos en la cubiertaВ».

Petri llamГі a la cГЎpsula y un segundo despuГ©s, ya habГ­a desaparecido.

El sistema central comunicГі que ya habГ­an pasado la Гіrbita de JГєpiter sin ningГєn problema y que se estaban dirigiendo sin incidentes hacia la Tierra. Con un leve pero rГЎpido movimiento de los ojos hacia la derecha, Azakis pidiГі a su O^COM que le mostrara de nuevo la ruta. El puntito azul que se movГ­a en la lГ­nea roja ahora se habГ­a desplazado un poco hacia la Гіrbita de Marte. La cuenta atrГЎs que indicaba el tiempo previsto para la llegada indicaba 58 horas exactas y la velocidad de la nave era de 3.000 Km/s. Cada vez estaba mГЎs nervioso. DespuГ©s de todo, esta nave en la que viajaba, era la primera nave espacial equipada con los nuevos motores Bousen, con un diseГ±o completamente diferente a los anteriores. Los diseГ±adores afirmaban que se podГ­a impulsar la nave a una velocidad parecida a una dГ©cima parte de la de la luz. No se habГ­a arriesgado aГєn a llegar a tanto. Por el momento, 3.000 Km/s, le parecГ­an mГЎs que suficientes para un viaje inaugural.

De los cincuenta y seis miembros de la tripulaciГіn que normalmente deberГ­an alojarse en la Theos, para esta primera misiГіn habГ­an sido seleccionados solo ocho, incluyendo a Petri y Azakis. Los motivos expuestos por los Ancianos no fueron demasiado exhaustivos. Se limitaron a sentenciar que, debido a la naturaleza del viaje y del destino, podГ­an aparecer dificultades y, por lo tanto, era mejor no poner en peligro demasiadas vidas inГєtilmente.



Entonces, Вїnosotros somos sacrificables? ВїQuГ© clase de explicaciГіn era esa? Siempre pasaba lo mismo. Cuando habГ­a que arriesgar el pellejo, Вїa quiГ©n enviaban? A Azakis y a Petri.



En el fondo, su inclinación a la aventura e incluso la considerable habilidad que tenían para resolver situaciones “complicadas”, les habían permitido obtener todo tipo de ventajas muy interesantes.

Azakis vivía en un enorme edificio de la hermosa ciudad de Saraan, ubicada en el sur del Continente, que los Artesanos de la ciudad habían utilizado, hasta poco tiempo antes, como almacén. Él, gracias a las “influencias”, había podido tomar posesión y tener el permiso para modificarlo a su gusto.

La pared sur habГ­a sido sustituida completamente por un campo de fuerza parecido al que utilizaba en su nave espacial, de manera que podГ­a admirar, directamente desde su inseparable sillГіn autoconformable, el maravilloso golfo que se extendГ­a a sus pies. Si era necesario, toda la pared podГ­a transformarse en un gigantesco sistema tridimensional, donde podГ­an visualizarse al mismo tiempo hasta doce transmisiones simultГЎneas de la Red. En mГЎs de una ocasiГіn, este sofisticado sistema de control y gestiГіn le habГ­a permitido recoger con mucha antelaciГіn informaciГіn decisiva, permitiГ©ndole asГ­ resolver brillantemente algunas В В crisis de magnitud considerable. No podrГ­a renunciar a Г©l.

Toda un ala del ex-almacén había sido reservada para su colección de “souvenirs” recogidos en cada una de sus misiones hechas durante años alrededor del espacio. Cada uno de ellos le recordaba algo concreto y cada vez que se encontraba en medio de aquel absurdo revoltijo de extrañísimos objetos, no podía parar de dar gracias a su buena suerte y, sobre todo, a su fiel amigo, que más de una vez le había salvado el pellejo.

Petri, sin embargo, a pesar de haber destacado brillantemente en los estudios, no era un amante de la alta tecnología. Aunque fuera capaz de pilotar sin dificultad prácticamente todo tipo de aeronaves, conociera a la perfección todos los modelos de armas y todos los sistemas de comunicación local e interplanetaria, prefería, a menudo, confiar en su instinto y en sus habilidades manuales para resolver los problemas que se le presentaban. Más de una vez, ante él, lo había visto transformar, en poquísimo tiempo, una masa amorfa de chatarra en un medio de locomoción o en una temible arma de defensa. Era increíble, era capaz de construir cualquier cosa que necesitara. Esto se lo debía en parte a lo que había heredado de su padre, un hábil Artesano, pero, sobre todo, a su gran pasión por las Artes. Desde joven, de hecho, había admirado cómo las habilidades manuales de los Artesanos eran capaces de transformar la materia inerte en objetos de gran utilidad y en tecnología, manteniendo siempre intacta la “belleza” en su interior.



Un sonido desagradable, intermitente y a un alto volumen, le sobresaltГі, devolviГ©ndolo inmediatamente a la realidad. La alarma automГЎtica de proximidad se habГ­a activado de forma repentina.




Nassiriya – El hotel


El hotel no era precisamente un “cinco estrellas” pero, para ella, acostumbrada a pasar semanas en una tienda en medio del desierto, la ducha sola podía considerarse un lujo. Elisa dejó que el chorro caliente y restaurador que caía le masajeara el cuello y los hombros. Su cuerpo pareció agradecerlo mucho, y una serie de agradables escalofríos recorrieron varias veces su espalda.



Te das cuenta de lo importantes que son algunas cosas solo cuando ya no las tienes.



DespuГ©s de solo diez minutos, se decidiГі a salir de la ducha. El vapor habГ­a empaГ±ado el espejo que estaba mal colgado, claramente torcido. IntentГі enderezarlo, pero en cuanto lo soltГі, volviГі a su posiciГіn oblicua original. DecidiГі ignorarlo. Con el borde de la toalla limpiГі el agua que se habГ­a depositado en Г©l y se admirГі. HacГ­a unos aГ±os, le habГ­an propuesto trabajar de modelo e incluso de actriz. Tal vez ahora podrГ­a ser una diva del cine o la mujer de un rico jugador de fГєtbol, pero el dinero nunca le habГ­a llamado la atenciГіn. PreferГ­a sudar, comer polvo, estudiar textos antiguos y visitar lugares remotos. Siempre habГ­a tenido la aventura corriГ©ndole por las venas, y la emociГіn que le provocaba el descubrimiento de un objeto antiguo, sacar a la luz vestigios de hacГ­a miles de aГ±os, no podГ­a compararse con nada mГЎs.

Se acercó al espejo, demasiado, y vio aquellas malditas arrugas a ambos lados de los ojos. La mano se coló automáticamente en el neceser y sacó una de esas cremas que “te quitan diez años en una semana”. Se la untó con cuidado en el rostro y se observó atentamente. ¿Qué pretendía? ¿Un milagro? Después de todo, el efecto era visible solo pasados “siete días”.

SonriГі por ella y por todas las mujeres que se dejaban embaucar por la publicidad.

El reloj, colgado en la pared sobre la cama, indicaba las 19:40. Nunca conseguirГ­a estar preparada en solo veinte minutos.

Se secГі lo mГЎs rГЎpido posible, dejando ligeramente mojados los largos cabellos rubios y se plantГі frente al armario de madera oscura, donde guardaba los pocos vestidos elegantes que habГ­a conseguido llevarse. En otro momento, habrГ­a sido capaz de pasar horas para elegir el vestido apropiado para la ocasiГіn, pero esa noche la elecciГіn debГ­a ser rГЎpida. OptГі, sin pensar demasiado, por el vestido negro corto. Era muy elegante, considerablemente sexy, pero sin ser vulgar, con un generoso escote que sin duda realzaba su exuberante talla noventa. Lo cogiГі y, con un elegante gesto de la mano, lo lanzГі a la cama.

19:50. Aunque fuera una mujer, odiaba llegar tarde.

Se asomГі por la ventana y vio un SUV oscuro, increГ­blemente brillante, justo delante de la puerta del hotel. El que debГ­a ser el chГіfer, un chico joven vestido con ropa militar, estaba apoyado en el capГі y pasaba la espera fumando tranquilamente un cigarro.

Hizo todo lo que pudo por realzar sus ojos con lГЎpiz y mГЎscara de pestaГ±as, se pasГі rГЎpidamente el carmГ­n por los labios y, mientras intentaba extenderlo uniformemente lanzando besos al vacГ­o, se colocГі sus pendientes preferidos, luchando bastante para encontrar los agujeros.

Efectivamente, hacГ­a ya mucho tiempo que no salГ­a de noche. El trabajo la forzaba a viajar por todo el mundo y no habГ­a sido capaz de encontrar una persona para una relaciГіn estable, que durara mГЎs de unos meses. El instinto maternal innato que toda mujer tiene y que habГ­a hГЎbilmente ignorado desde que era adolescente, ahora, al aproximarse la fecha de caducidad biolГіgica, se dejaba notar cada vez mГЎs a menudo. QuizГЎs habГ­a llegado el momento de formar una familia.

EliminГі lo mГЎs rГЎpidamente posible ese pensamiento. Se puso el vestido, se calzГі el Гєnico par de zapatos de doce centГ­metros de tacГіn que habГ­a llevado y, con amplios movimientos, se rociГі ambos lados del cuello con su perfume preferido. Foulard de seda, gran bolso negro. Estaba lista. Una Гєltima comprobaciГіn ante el espejo colgado en la pared, cerca de la puerta y manchado en varios puntos, le confirmГі la perfecciГіn de su atuendo. GirГі la cabeza y saliГі con aire satisfecho.

El joven chofer, despuГ©s de recolocar el mentГіn, que se le habГ­a caГ­do al ver a Elisa saliendo con paso de modelo del hotel, en su sitio, tirГі el segundo cigarro que acababa de encender y corriГі a abrirle la puerta del coche.

В«Buenas noches, doctora Hunter. ВїPodemos partir?В», preguntГі con aire titubeante el militar.

В«Buenas nochesВ», respondiГі ella poniendo a prueba su maravillosa sonrisa. В«Estoy listaВ».

В«Gracias por llevarmeВ», aГ±adiГі mientras subГ­a al coche, sabiendo perfectamente que su falda se levantarГ­a ligeramente y mostrarГ­a una parte de sus piernas al avergonzado militar.

Siempre le habГ­a encantado sentirse admirada.




Nave Espacial Theos – Alarma de proximidad


El sistema O^COM materializГі inmediatamente frente a Azakis un extraГ±o objeto cuyos bordes, debido a la baja resoluciГіn obtenida por los sensores de largo alcance que lo detectaban, no estaban bien definidos. Definitivamente estaba en movimiento y avanzaba claramente hacia ellos. El sistema de alarmas de proximidad informaba de que la probabilidad de impacto entre la Theos y el objeto desconocido era superior al 96% si ninguno de los dos modificaba su ruta.

Azakis se apresurГі a entrar en el mГіdulo de transferencia mГЎs cercano. В«CubiertaВ», ordenГі categГіricamente al sistema de control automatizado.

DespuГ©s de cinco segundos, la puerta se abriГі silbando y en la gran pantalla central de la sala de mandos aparecГ­a, aГєn muy desenfocado, el objeto que se encontraba en trayectoria de colisiГіn con la nave.

Casi al mismo tiempo, otra puerta cerca de Г©l se abriГі y entrГі Petri sin aliento.

«¿Qué demonios está sucediendo?», preguntó el amigo. «No debería haber meteoritos en esta zona», exclamó asombrado, observando también la gran pantalla.

В«No creo que sea un meteoritoВ».

В«Y si no es un meteorito, Вїentonces quГ© es?В», preguntГі Petri visiblemente preocupado.

В«Si no corregimos inmediatamente la trayectoria, lo podrГЎs ver con tus propios ojos, cuando nos lo encontremos clavado en la cubiertaВ».

Petri toqueteГі inmediatamente los mandos de navegaciГіn y configurГі una ligera variaciГіn de trayectoria respecto a la establecida anteriormente.

В«Impacto en 90 segundosВ», comunicГі sin emociones la cГЎlida voz femenina del sistema de alarmas de proximidad. В«Distancia del objeto: 276.000 kilГіmetros, acercГЎndoseВ».

«¡Petri, haz algo, y hazlo rápido!», gritó Azakis.

В«Ya lo estoy haciendo, pero esa cosa va demasiado rГЎpidaВ».

La estimaciГіn de la probabilidad de impacto, visible en la pantalla a la derecha del objeto, descendГ­a lentamente. 90%, 86%, 82%.

В«No lo conseguiremosВ», dijo Azakis con un hilo de voz.

«Amigo mío, aún tiene que nacer un “objeto misterioso” capaz de destrozar mi nave», afirmó Petri con una sonrisa diabólica.

Con una maniobra que les hizo perder el equilibrio momentГЎneamente, Petri impuso a los dos motores Bousen una instantГЎnea inversiГіn de la polaridad. La nave espacial temblГі durante un largo instante y solo el sofisticado sistema de gravedad artificial, procediendo a compensar inmediatamente la variaciГіn, impidiГі que toda la tripulaciГіn acabara estampada en la pared de delante.

В«Buena jugadaВ», exclamГі Azakis dando una fuerte palmada en la espalda de su amigo. В«Pero ahora, ВїcГіmo pretendes parar la rotaciГіn?В» Los objetos a su alrededor habГ­an empezado a elevarse y a girar descontroladamente en la habitaciГіn.

В«Dame un segundoВ», dijo Petri sin dejar de presionar botones y juguetear con los mandos.

«Solo necesito conseguir…», una serie de gotas de sudor estaban cayendo lentamente por su frente.

«Abrir la…», continuó, mientras todo lo que había en la habitación revoloteaba sin control. Incluso ellos dos empezaron a levantarse del suelo. El sistema de gravedad artificial no podía seguir compensando la inmensa fuerza centrífuga que se estaba generando. Cada vez eran más ligeros.

«La… la… ¡compuerta tres!», gritó finalmente Petri, mientras todos los objetos caían al mismo tiempo al suelo. Un pesado contenedor de residuos golpeó a Azakis exactamente entre la tercera y la cuarta costilla, provocando que emitiera un sordo lamento. Petri, desde el medio metro de altura donde se encontraba, cayó bajo el cuadro de mandos, asumiendo una pose muy poco natural y totalmente ridícula.

La estimaciГіn de la probabilidad de impacto habГ­a descendido al 18% y continuaba descendiendo rГЎpidamente.

«¿Todo bien?», se apresuró en confirmar Azakis, intentando disimular el dolor del lado golpeado.

В«SГ­, sГ­. Estoy bienВ», respondiГі Petri, intentando levantarse.

Un instante despuГ©s, Azakis estaba contactando el resto de la tripulaciГіn, que informaron inmediatamente a su comandante de la ausencia de daГ±os a cosas o personas.

La maniobra realizada habГ­a desviado ligeramente a la Theos de la trayectoria anterior, y la depresiГіn provocada por la apertura de la compuerta habГ­a sido inmediatamente compensada por el sistema automatizado.



6%, 4%, 2%.

В«Distancia del objeto: 60.000 KmВ», comunicГі la voz.



Ambos estaban conteniendo la respiraciГіn, esperando llegar a la distancia de 50.000 Km a partir de la cual se activarГ­an los sensores de corto alcance. Aquellos instantes parecieron interminables.

В«Distancia del objeto: 50.000 Km. Sensores de corto alcance activadosВ».

La figura desenfocada frente a ellos se definiГі de repente. El objeto apareciГі claramente en la pantalla, haciendo visible cada detalle. Los dos amigos se giraron al mismo tiempo, con los ojos desorbitados, buscando cada uno la mirada del otro.

«¡Increíble!», exclamaron al unísono.




Nassiriya – Restaurante Masgouf


El coronel Hudson caminaba nervioso, hacia delante y hacia atrГЎs, a lo largo de la diagonal del descansillo de la sala principal del restaurante. Miraba casi cada minuto el reloj tГЎctico que llevaba siempre en la muГ±eca izquierda y que no se quitaba jamГЎs, ni siquiera para dormir. Estaba entusiasmado como un adolescente en su primera cita.

Para pasar la espera, pidiГі un Martini con hielo y una rodaja de limГіn al bigotudo camarero que, por debajo de las pobladas cejas, lo observaba con curiosidad, mientras secaba lentamente unos vasos de tubo.

LГіgicamente, el alcohol no estaba permitido en los paГ­ses islГЎmicos, pero, esa noche, se hizo una excepciГіn. El pequeГ±o restaurante se habГ­a reservado por completo para los dos.

El coronel, despuГ©s de haber terminado la conversaciГіn con la doctora Hunter, habГ­a contactado inmediatamente al dueГ±o del local, solicitando expresamente el plato especial Masgouf, que daba nombre al restaurante. Debido a la dificultad para encontrar el ingrediente principal, el esturiГіn del Tigris, querГ­a asegurarse de que el local tuviera suficiente. AdemГЎs, sabiendo que se necesitaban al menos dos horas para su preparaciГіn, deseaba que todo se cocinara sin prisas y con una perfecciГіn absoluta.

Para la velada, teniendo de cuenta que el uniforme de camuflaje no habrГ­a sido adecuado para la situaciГіn, habГ­a decidido desempolvar su traje oscuro de Valentino, combinado con una corbata de seda de estilo Regimental con rayas grises y blancas. Los zapatos negros, relucientes como solo un militar sabГ­a dejarlos, tambiГ©n eran italianos. Por supuesto, el reloj tГЎctico no pegaba absolutamente nada, pero era incapaz de prescindir de Г©l.



В«EstГЎn llegandoВ». La voz ronca saliГі del receptor, muy parecido a un telГ©fono mГіvil, que tenГ­a en el bolsillo interior de la chaqueta. Lo apagГі y mirГі fuera, a travГ©s del cristal de la puerta.

El enorme coche oscuro esquivó una bolsa de cartón que, empujada por la ligera brisa vespertina, rodaba suavemente en medio de la calle. Con una rápida maniobra, paró el coche justo delante de la entrada del restaurante. El conductor esperó a que el polvo levantado por el automóvil se depositara de nuevo en el suelo, después salió con precaución del coche. Al auricular semi-escondido en su oreja derecha llegaron una serie de “despejado”. Miró con atención todas las posiciones anteriormente establecidas, hasta que estuvo seguro de haber identificado a todos sus camaradas que, en posición de combate, se ocuparían de la seguridad de los dos comensales durante toda la duración de la cena.

La zona era segura.

AbriГі la puerta trasera y, ofreciendo delicadamente la mano derecha, ayudГі a su invitada a bajar.

Elisa, agradeciendo al militar su amabilidad, saliГі suavemente del coche. DirigiГі la mirada hacia arriba y, mientras llenaba los pulmones con el limpio aire de la noche, se regalГі un instante para contemplar el magnГ­fico espectГЎculo que solo el cielo estrellado del desierto podГ­a ofrecer.

El coronel permaneciГі, durante un momento, indeciso sobre si salir a encontrarse con ella o permanecer en el interior del local a la espera de su entrada. Al final eligiГі quedarse sentado, intentando disimular lo mejor posible su agitaciГіn. Entonces, con aire indiferente, se acercГі a la barra, se sentГі en un taburete alto, apoyГі el codo izquierdo en la tabla de madera oscura, hizo girar un poco el licor que quedaba en su vaso y se detuvo a observar la semilla del limГіn que se depositaba lentamente en el fondo.

La puerta se abriГі con un leve chirrido y el militar conductor se asomГі para comprobar que todo estuviera en orden. El coronel hizo una leve seГ±al con la cabeza y el acompaГ±ante introdujo a Elisa en el interior, cediГ©ndole el paso con un amplio gesto de la mano.

«Buenas noches, doctora Hunter», dijo el coronel levantándose del taburete y luciendo su mejor sonrisa. «¿Ha sido agradable el viaje?».

В«Buenas tardes, coronelВ», respondiГі Elisa con una sonrisa no menos deslumbrante. В«Todo bien, gracias. Su chГіfer ha sido muy amableВ».

В«Puede irse, graciasВ», dijo con voz autoritaria el coronel, dirigiГ©ndose al acompaГ±ante que saludГі militarmente, girГі sobre sus talones y desapareciГі en la noche.

«¿Un aperitivo, doctora?», preguntó el coronel, llamando con un gesto de la mano al bigotudo camarero.

В«Lo mismo que estГЎ tomando ustedВ», respondiГі inmediatamente Elisa, indicando el vaso de Martini que el coronel aГєn tenГ­a en la mano. A continuaciГіn, aГ±adiГі: В«Puede llamarme Elisa, coronel, lo prefieroВ».

«Perfecto. Y tu llámame Jack. “Coronel” dejémoslo para mis soldados».



Es un buen comienzo, pensГі el coronel.



El camarero preparГі con cuidado el segundo Martini y lo sirviГі a la reciГ©n llegada. Ella acercГі su vaso al del coronel y brindГі.

В«SaludВ», exclamГі alegremente y bebiГі un buen sorbo.

В«Elisa, tengo que decirte que esta noche estГЎs realmente hermosaВ», dijo el coronel deslizando rГЎpidamente la mirada desde la cabeza hasta los pies de su invitada.

В«Bueno, tГє tampoco estГЎs nada mal. El uniforme tambiГ©n tiene su encanto, pero yo te prefiero asГ­В», dijo sonriendo maliciosamente e inclinando un poco la cabeza hacia un lado.

Jack, un poco avergonzado, dirigiГі su atenciГіn al contenido del vaso que tenГ­a en la mano. Lo observГі durante un instante, luego se lo bebiГі todo de golpe.

«¿Nos sentamos en nuestra mesa?».

«Buena idea – exclamó Elisa. – Estoy hambrienta».

В«He pedido preparar la especialidad de la casa. Espero que sea de tu agradoВ».

В«No, no me digas que has conseguido que nos preparen el MasgoufВ», exclamГі asombrada, abriendo un poco mГЎs sus maravillosos ojos verdes. В«Es prГЎcticamente imposible encontrar esturiГіn del Tigris en este periodoВ».

В«Para una invitada como tГє, solo puedo pedir lo mejorВ», dijo complacido el coronel, viendo que su elecciГіn habГ­a sido apreciada. Le ofreciГі delicadamente la mano derecha y le invitГі a seguirlo. Ella, sonriendo maliciosamente, se la estrechГі y se dejГі acompaГ±ar a la mesa.

El local estaba finamente decorado siguiendo el estilo típico del lugar. Luz cálida y difusa, amplias cortinas que recubrían casi todas las paredes y descendían desde el techo. Una gran alfombra con dibujos Eslimi Toranjdar recubría casi todo el suelo, mientras otras más pequeñas estaban colocadas en las esquinas de la habitación, enmarcándolo todo. Sin duda, la tradición habría querido que la comida se consumiera estirados en el suelo sobre cómodos y suaves cojines, pero, como buen occidental, el coronel había preferido una mesa “clásica”. Esta también había sido decorada con atención y los colores elegidos para el mantel combinaban perfectamente con el resto del local. Un fondo musical, donde un Darbuka[9 - Instrumento musical de percusión del grupo de los membranófonos.] acompañaba a ritmo Masqum[10 - Ritmo musical en 4/4 de origen Muwashah.] la melodía de un Oud[11 - Instrumento de cuerda de la familia de los laúdes de mango corto.], llenaba delicadamente todo el ambiente.



Una velada perfecta.



Un camarero alto y delgado se acercГі educadamente y, con una reverencia, invitГі a los dos comensales a sentarse. El coronel acomodГі primero a Elisa y se ocupГі de acercarle la silla, luego se sentГі frente a ella, teniendo cuidado de no deslizar la corbata en el plato.

В«Es realmente bonito este sitioВ», dijo Elisa mirando alrededor.

В«GraciasВ», dijo el coronel. В«Tengo que confesar que tenГ­a miedo de que no te gustara. Luego me he acordado de tu pasiГіn por estos lugares y he pensado que podrГ­a ser la mejor opciГіnВ».

«¡Has acertado de pleno!», exclamó Elisa mostrando de nuevo su maravillosa sonrisa.

El camarero destapГі una botella de champГЎn y, mientras llenaba las copas de ambos, llegГі otro con una bandeja en la mano diciendo: В«Para comenzar, disfruten de un Mosto-o-bademjun[12 - Mousse de berenjenas y yogur.]В».

Los dos comensales se miraron complacidos, cogieron las dos copas y volvieron a brindar.



A unos cien metros del local, dos extraГ±os personajes dentro de un coche oscuro toqueteaban un sofisticado sistema de vigilancia.

«¿Has visto cómo el coronel se liga a la chica?», dijo sonriendo desdeñosamente aquel con claro sobrepeso, que se encontraba en el asiento del conductor, mientras mordía un enorme sandwich y se llenaba de migas de pan los pantalones.

В«Ha sido una gran idea poner el transmisor en el pendiente de la doctoraВ», respondiГі el otro, mucho mГЎs delgado, con ojos grandes y oscuros, mientras bebГ­a cafГ© en un gran vaso de papel marrГіn. В«Desde aquГ­ podemos escuchar perfectamente todo lo que hablanВ».

В«Intenta no liarla y grГЎbalo todoВ», le regaГ±Гі el otro, В«de lo contrario, nos obligarГЎn a comernos los pendientes en el desayuno.

В«No te preocupes. Conozco perfectamente este aparato. No se nos escaparГЎ ni siquiera un susurroВ».

В«Tenemos que intentar descubrir lo que realmente ha descubierto la doctoraВ», aГ±adiГі el gordo. В«Nuestro jefe ha invertido muchГ­simo dinero para seguir en secreto esta investigaciГіnВ».

В«No habrГЎ sido fГЎcil, dada la imponente estructura de seguridad que ha montado el coronelВ». El tipo delgado levantГі la mirada hacia el cielo con aire soГ±ador, luego aГ±adiГі: В«Si me hubieran dado a mГ­ solo la milГ©sima parte de ese dinero, ahora estarГ­a tumbado bajo una palmera en Cuba, con la Гєnica preocupaciГіn de elegir entre un Margarita o una PiГ±a ColadaВ».

В«Y quizГЎs junto a un montГіn de chicas en bikini que te extienden la crema solarВ», dijo el gordinflГіn, explotando despuГ©s en una enГ©rgica risa, mientras el temblor de la gran barriga hacГ­a caer parte de las migas que se habГ­an depositado ahГ­ antes.



В«Este entremГ©s estГЎ exquisitoВ». La voz de la doctora salГ­a, algo distorsionada, del pequeГ±o altavoz colocado en el salpicadero. В«Tengo que confesarte que no creГ­a que, detrГЎs de ese aspecto de militar rudo, se pudiera esconder un hombre tan refinadoВ».

В«Bueno, gracias Elisa. Yo tampoco habrГ­a pensado nunca que una doctora tan cualificada pudiera ser, ademГЎs de hermosa, tan amable y simpГЎticaВ», dijo la voz del coronel, un poco distorsionada, pero con un volumen algo mГЎs bajo.

В«Escucha cГіmo coqueteanВ», exclamГі el grandullГіn en el asiento del conductor. В«Yo creo que acabarГЎn en la camaВ».

В«No estoy tan seguroВ», afirmГі el otro. В«Nuestra doctora es mucho mГЎs lista y no creo que una cena y algГєn que otro piropo sean suficientes para conseguir que caiga en sus brazosВ».

В«Diez dГіlares a que esta noche lo consigueВ», dijo el gordinflГіn alargando la mano derecha hacia el colega.

В«Ok, aceptoВ», exclamГі el otro estrechando la gran mano que tenГ­a delante.




Nave espacial Theos – El objeto misterioso


El objeto que se materializГі ante los dos estupefactos compaГ±eros de viaje estaba claro que no era nada que la naturaleza, incluso con su infinita fantasГ­a, pudiera crear por sГ­ misma. ParecГ­a una especie de flor metГЎlica con tres largos pГ©talos, sin tallo, con un pistilo central de forma ligeramente cГіnica. La parte trasera del pistilo tenГ­a forma de prisma hexagonal, con la superficie de la base ligeramente mГЎs grande que la del cono situado en la parte opuesta y que servГ­a de soporte para toda la estructura. Desde los tres lados equidistantes del hexГЎgono salГ­an los pГ©talos rectangulares, con una longitud de al menos cuatro veces la de la base.

В«Parece una especie de viejo molino de viento, como los que se utilizaban hace siglos en las grandes praderas del esteВ», exclamГі Petri sin separar, ni siquiera un momento, los ojos del objeto que se visualizaba en la gran pantalla.

Un escalofrГ­o recorriГі la espalda de Azakis, mientras recordaba algunos viejos prototipos que los Ancianos le habГ­an sugerido estudiar antes de partir.

В«Es una sonda espacialВ», afirmГі con decisiГіn Azakis. В«He visto algunas, hechas mГЎs o menos asГ­, en los viejos archivos de la RedВ», prosiguiГі, mientras se apresuraba en recoger mediante N^COM toda la informaciГіn posible sobre el tema.

«¿Una sonda espacial?», preguntó Petri, mientras se giraba con aire sorprendido hacia el compañero. «Y, ¿cuándo se supone que la hemos lanzado?».

В«No creo que sea nuestraВ».

«¿No es nuestra? ¿Qué quieres decir, amigo mío?».

В«Quiero decir, que no ha sido ni construida ni lanzada por ninguno de nosotros, los habitantes del planeta NibiruВ».

La cara de Petri se volvía cada vez más desconcertada. «¿Qué quieres decir? No me digas que tú también crees en esas tonterías de los alienígenas, ¿eh?».

В«Lo que sГ© es que nada como esto ha sido construido jamГЎs en nuestro planeta. He revisado todo el archivo de la Red y no hay ninguna coincidencia con el objeto que tenemos delante. Ni siquiera en los proyectos que no se han realizado nuncaВ».

«¡No es posible!», exclamó Petri. «Tu N^COM tiene que estar desfasado. Vuelve a comprobarlo».

В«Lo siento Petri. Ya lo he comprobado dos veces y estoy totalmente seguro de que esta obra no es nuestraВ».

El sistema de visiГіn de corto alcance generГі una imagen tridimensional del objeto, recreГЎndolo minuciosamente hasta en los mГЎs pequeГ±os detalles. El holograma flotaba ligeramente en el centro de la sala de mandos, suspendido aproximadamente a medio metro del suelo.

Petri, con un movimiento de la mano derecha, empezГі a girarlo lentamente, examinando con atenciГіn cada mГ­nimo detalle.

«Parece estar hecho de una aleación metálica muy ligera», dijo Petri, con un tono bastante más técnico respecto al de sorpresa inicial. «La alimentación de los motores tiene que estar suministrada por esos tres pétalos, que parecen cubiertos por una especie de material sensible a la luz solar». Por fin había empezado a toquetear los controles del sistema. «El pistilo tiene que ser una especie de antena de radio y en el prisma hexagonal está, sin duda, el “corazón” de esta cosa».

Petri movГ­a cada vez mГЎs rГЎpido el holograma, girГЎndolo en todas las direcciones. De repente se parГі y exclamГі: В«Mira aquГ­. SegГєn tГє, ВїquГ© es esto?В», preguntГі mientras procedГ­a a ampliar el detalle.

Azakis se acercГі todo lo que pudo. В«Parecen sГ­mbolosВ».

В«Dos sГ­mbolos, dirГ­a yoВ», corrigiГі Petri В«o mГЎs bien, un dibujo y cuatro sГ­mbolos cercaВ».

Azakis continuaba arduamente, mediante N^COM, buscando algo en la Red, pero no consiguiГі encontrar nada en absoluto que se pareciera lo mГЎs mГ­nimo a lo que tenГ­a en frente.

El dibujo representaba un rectГЎngulo formado por quince rayas longitudinales de color alterno blanco y rojo y, en la esquina superior izquierda, otro rectГЎngulo de color azul con cincuenta estrellas de cinco puntas de color blanco. A su derecha, los cuatro sГ­mbolos:


JUNO

В«Parece algГєn tipo de escrituraВ», especulГі Azakis. В«QuizГЎs los sГ­mbolos representen el nombre de quienes crearon la sondaВ».

«O quizás es su nombre», rebatió Petri. «La sonda se llama “JUNO” y el símbolo de los creadores es esa especie de rectángulo coloreado».

«En cualquier caso, sin duda no lo hemos hecho nosotros», sentenció Azakis. «¿Crees que puede existir algún tipo de forma de vida en su interior?».

В«No lo creo. Por lo menos no aquellas que conocemos. El espacio de la cГЎpsula posterior, que es el Гєnico lugar donde podrГ­a haber algo, es demasiado pequeГ±o como para contener a un ser vivoВ».

Mientras hablaba, Petri ya habГ­a comenzado a realizar un escaneo de la sonda, buscando cualquier tipo de signo vital que pudiera proceder de su interior. DespuГ©s de algunos instantes, una serie de sГ­mbolos aparecieron en la pantalla y se apresurГі a traducГ­rselos a su compaГ±ero.

«Según nuestros sensores no hay nada “vivo” ahí dentro. No parece que haya ni siquiera armas de ningún tipo. En un primer análisis, yo diría que esta cosa es una especie de explorador enviado en reconocimiento al sistema solar en búsqueda de quien sabe qué».

«También podría ser eso», afirmó Azakis, «pero la pregunta que debemos plantearnos es: “¿Enviado por quién?”».

«Bueno», supuso Petri, «si excluimos la presencia de misteriosos “alienígenas”, yo diría que los únicos capaces de hacer algo parecido son solo tus viejos “amigos terrícolas”».

«¿De qué estás hablando? Si cuando los hemos dejado la última vez casi no eran capaces ni de montar a caballo. ¿Cómo pueden haber alcanzado un nivel de conocimiento así en tan poco tiempo? Enviar una sonda a dar vueltas por el espacio no es ninguna tontería».

«¿Poco tiempo?», objetó Petri, mirándolo fijamente a los ojos. «No olvides que, para ellos, han pasado casi 3.600 años desde entonces. Considerando que su vida media era como máximo de cincuenta – sesenta años, eso significa que se han sucedido al menos unas sesenta generaciones. Quizás se han vuelto mucho más inteligentes de lo que imaginamos».

В«Y tal vez es precisamente por estoВ», aГ±adiГі Azakis, intentando completar la reflexiГіn del amigo, В В«que los Ancianos estaban tan preocupados por esta misiГіn. Ellos lo habГ­an previsto o al menos, habГ­an considerado esta posibilidadВ».

В«Bueno, podrГ­an habernos adelantado algo, Вїno? Encontrar este objeto me ha dado un buen sustoВ».

В«Estamos aun especulandoВ», dijo Azakis mientras con el pulgar y el Г­ndice se frotaba el mentГіn, В«pero parece que esta teorГ­a tiene lГіgica. IntentarГ© ponerme en contacto con los Ancianos y tratarГ© de sacarles algo de informaciГіn extra, si es que tienen. TГє, mientras tanto, trata de entender algo mГЎs sobre este aparato. Analiza la ruta actual, velocidad, masa, etcГ©tera, e intenta hacer una previsiГіn de su destino, cuanto hace que partiГі y los datos que ha almacenado. En definitiva, quiero saber lo mГЎximo posible sobre lo que nos espera allГ­В».

В«Vale, ZakВ», exclamГі Petri mientras hacГ­a volar en el aire, alrededor de Г©l, hologramas de colores con una infinidad de nГєmeros y fГіrmulas.

В«Ah, no olvides analizar lo que has identificado como una antena. Si realmente lo es, podrГ­a ser capaz de transmitir y recibir. No me gustarГ­a que nuestro encuentro hubiera sido ya comunicado a los que han enviado la sondaВ».

Dicho esto, Azakis se dirigiГі rГЎpidamente hacia la cabina H^COM, la Гєnica en toda la nave equipada para las comunicaciones de larga distancia, que se encontraba entre las puertas dieciocho y diecinueve de los mГіdulos de transferencia interna. La compuerta se abriГі con el habitual ligero silbido y Azakis se metiГі en la angosta cabina.

A saber por qué la habían hecho tan pequeña…se preguntó mientras intentaba acomodarse en el asiento, minúsculo también, que había descendido automáticamente de arriba. Quizás querían que la usáramos lo menos posible…

Mientras se cerraba la puerta a sus espaldas, empezГі a teclear una serie de instrucciones en la consola frente a Г©l. Tuvo que esperar algunos segundos antes de que la seГ±al se estabilizara. De repente, en el visor hologrГЎfico, completamente igual al que tenГ­a en su habitaciГіn, empezГі a aparecer el rostro surcado y claramente marcado por los aГ±os de su superior Anciano.

«Azakis», dijo sonriendo levemente el hombre, mientras alzaba lentamente la huesuda mano en señal de saludo. «¿Qué te  hace llamar, con tanta urgencia, a este pobre viejo?».

Nunca habГ­a conseguido saber exactamente la edad de su superior. A nadie le estaba permitido conocer informaciГіn tan privada de un componente de los Ancianos. Desde luego, vueltas alrededor del sol habГ­a visto muchas. Aun asГ­, sus ojos se movГ­an de derecha a izquierda con tal vitalidad que ni siquiera Г©l habrГ­a sabido hacerlo mejor.

В«Hemos encontrado algo muy sorprendente, al menos para nosotrosВ», dijo Azakis sin demasiadas formalidades, intentando mirar fijamente a los ojos de su interlocutor. В«Casi chocamos con un extraГ±o objetoВ», continuГі tratando de analizar cada mГ­nima expresiГіn del Anciano.

«¿Un objeto? Explícate mejor, hijo mío».

В«Petri aГєn lo estГЎ analizando, pero creemos que puede tratarse de una especie de sonda y estoy seguro de que no es nuestraВ». Los ojos del Anciano se abrieron de repente. ParecГ­a que Г©l tambiГ©n se habГ­a sorprendido.

В«Hemos encontrado sГ­mbolos extraГ±os grabados en el casco, en un idioma desconocidoВ», aГ±adiГі. В«Te estoy enviando todos los datosВ».

La mirada del Anciano pareciГі perderse por un momento en el vacГ­o mientras, mediante su O^COM, analizaba el flujo de informaciГіn entrante.

DespuГ©s de unos larguГ­simos instantes, sus ojos volvieron a fijarse en los de su interlocutor y, con un tono que no mostrГі ninguna emociГіn, dijo: В«ConvocarГ© inmediatamente el Consejo de los Ancianos. Todo parece indicar que vuestras deducciones iniciales son correctas. Si las cosas estГЎn realmente asГ­, deberemos revisar inmediatamente nuestros planesВ».

В«Esperamos noticiasВ», y de esta forma Azakis cortГі la comunicaciГіn.




Nassiriya – La cena


El coronel y Elisa estaban ya terminando la tercera copa de champГЎn y el ambiente se habГ­a hecho bastante mГЎs informal.

В«Jack, tengo que decir que este Masgouf estГЎ divino. SerГЎ imposible acabarlo, hay demasiadoВ».

В«SГ­, es realmente excelente. Tendremos que felicitar al cocineroВ».

В«QuizГЎs deberГ­a casarme con Г©l y que cocinara para mГ­В», dijo Elisa riendo un tanto exageradamente. El alcohol ya empezaba a causar efecto.

В«No, que se ponga a la cola. Primero estoy yoВ», se atreviГі a bromear, pensando que no estaba tan fuera de lugar. Elisa hizo como si nada y siguiГі mordisqueando su esturiГіn.

В«TГє no estГЎs casado, Вїverdad?В».

В«No, nunca he tenido tiempoВ».

В«Eso es una vieja excusaВ», dijo ella mirГЎndolo sensualmente.

«Bueno, en realidad estuve muy cerca una vez, pero la vida militar no está hecha para el matrimonio. ¿Y tú?», añadió, retomando un tema que aún parecía hacerle daño, «¿Te has casado alguna vez?».

«¿Estás de broma? ¿Y quién soportaría tener una mujer que pasa la mayor parte de su tiempo viajando por el mundo para cavar bajo tierra como un topo y que se divierte profanando tumbas con millones de años de antigüedad?».

В«ClaroВ», dijo Jack, sonriendo amargamente, В«evidentemente, no estamos hechos para el matrimonioВ». Y mientras alzaba la copa, propuso un melancГіlico В«Brindemos por elloВ».

El camarero llegГі con un poco mГЎs de Samoons[13 - Pan plano y redondo hecho en horno de leГ±a o en piedras calientes.] reciГ©n sacado del horno interrumpiendo, afortunadamente, ese momento de leve tristeza.

Jack, aprovechando la interrupciГіn, intentГі deshacerse rГЎpidamente de una serie de recuerdos que le habГ­an vuelto a la mente de repente. Era agua pasada. Ahora tenГ­a una bellГ­sima mujer junto a Г©l y tenГ­a que concentrarse solo en ella. Algo que no era demasiado difГ­cil.

La mГєsica de fondo, que parecГ­a arroparlos delicadamente, era la adecuada. Elisa, iluminada por tres las velas colocadas en el medio de la mesa, estaba preciosa. Sus cabellos tenГ­an reflejos color oro y cobre y su piel era suave y bronceada. Sus ojos penetrantes eran de un color verde profundo. Sus suaves labios intentaban separar lentamente un trozo de esturiГіn de la espina que tenГ­a entre los dedos. Era tan sexy.

Elisa no dejГі escapar ese momento de debilidad del coronel. PosГі la espina en el borde del plato y se chupГі, con aparente desinterГ©s, primero el Г­ndice y luego el pulgar. BajГі ligeramente la cabeza y lo mirГі con tal intensidad, que Jack pensГі que el corazГіn se le iba a salir del pecho para acabar directamente en el plato.

El coronel se dio cuenta de que ya no tenГ­a el control de la situaciГіn y, sobre todo, de sГ­ mismo, e intentГі reponerse inmediatamente. Era ya mayorcito para parecer un adolescente enamorado, pero esa chica tenГ­a algo que le atraГ­a terriblemente.

Respiró profundamente, se refregó el rostro con las manos y dijo: «¿Qué te parece si te acabas ese último trozo?».

Ella sonriГі, cogiГі delicadamente con las manos el trocito de esturiГіn que quedaba, se levantГі levemente de la silla estirГЎndose hacia Г©l y se lo acercГі a la boca. En esa posiciГіn, su escote mostrГі parcialmente sus exuberante pechos. Jack, visiblemente avergonzado, dio solo un mordisco, aunque no pudo evitar rozar con sus labios los dedos de ella. Su excitaciГіn crecГ­a cada vez mГЎs. Elisa estaba jugando con Г©l como hace un gato con un ratГіn, y Jack no era capaz de oponerse de ninguna forma.

Luego, con un aire de chica inocente, Elisa volviГі a sentarse cГіmodamente en su sitio y, como si no hubiera pasado nada, hizo una seГ±al con la mano al camarero alto y delgado, que se acercГі rГЎpidamente.

В«Creo que es el momento de un buen tГ© de cardamomo. ВїQuГ© opinas Jack?В».

Г‰l, que aГєn no se habГ­a repuesto de la situaciГіn anterior, balbuceГі algo como: В«Bueno, sГ­, valeВ». Y mientras se colocaba bien la chaqueta, intentando recomponerse, aГ±adiГі: В«Creo que es muy bueno para la digestiГіnВ».

Se habГ­a dado cuenta de que habГ­a dicho algo ridГ­culo, pero en ese momento no se le ocurriГі nada mejor.

В«Todo es muy agradable Jack, es una velada fantГЎstica, pero no nos olvidemos del motivo por el que estamos aquГ­ esta noche. Tengo que enseГ±arte una cosa, Вїte acuerdas?В».

El coronel, en ese momento, estaba pensando en todo menos en el trabajo. Sin embargo, tenГ­a razГіn. Estaban en juego cosas mucho mГЎs importantes que un estГєpido coqueteo. El caso es que, a Г©l, ese coqueteo no le parecГ­a nada estГєpido.

В«ClaroВ», respondiГі intentando recuperar su pose autoritaria. В«No veo el momento de saber lo que has descubiertoВ».



El gordinflГіn, que a poca distancia en el coche estaba escuchГЎndolo todo, exclamГі: В«QuГ© putita. Las mujeres son todas iguales. Primero hacen que te lo creas, te llevan hasta las estrellas, luego te dejan como si nadaВ».

В«Creo que tus diez dГіlares estarГЎn pronto en mi bolsilloВ», dijo el delgado, siguiendo la afirmaciГіn con una gran carcajada.

В«En realidad no me importa a quien se lleva a la cama nuestra doctora. No te olvides de que estamos aquГ­ solo para descubrir todo lo que sabeВ». Y mientras intentaba colocarse mejor en el asiento, porque la espalda empezaba a dolerle bastante, aГ±adiГі: В«DeberГ­amos haber encontrado la forma de poner una cГЎmara en ese maldito localВ».

В«SГ­, quizГЎs bajo la mesa, asГ­ habrГ­as podido verle los muslosВ».

В«ImbГ©cil. Pero, ВїquiГ©n ha sido el idiota que te ha seleccionado para esta misiГіn?В».

В«Nuestro jefe, amigo mГ­o. Y te aconsejarГ­a evitar insultarlo, ya que Г©l tambiГ©n sabe cГіmo colocar micrГіfonos y no creo que tenga problemas en poner alguno en este cocheВ».

El gordinflГіn se asustГі y por un momento creyГі que su corazГіn habГ­a parado de latir. Estaba intentando ascender e insultar a su superior no era el mejor modo de avanzar.

В«Deja de decir tonterГ­asВ», dijo intentando ponerse serio y profesional. В«DedГ­cate a hacer bien tu trabajo e intentaremos volver a la base con algo concretoВ». Dicho esto, mirГі un punto indefinido en la oscuridad, mГЎs allГЎ del parabrisas levemente empaГ±ado.



Elisa sacГі del bolso su inseparable asistente digital, lo apoyГі en la mesa y empezГі a pasar algunas fotos. El coronel, curioso, intentГі ver algo, pero el ГЎngulo no se lo permitiГі. Ella, cuando encontrГі lo que buscaba, se levantГі y se sentГі en la silla junto a Г©l.

В«Vale, ponte cГіmodo que la historia es larga. IntentarГ© resumirla todo lo que puedaВ».

Deslizando rГЎpidamente el Г­ndice en la pantalla del asistente digital, hizo aparecer una foto de una tabla grabada con extraГ±os dibujos y con escritos cuneiformes.

В«Esta es la foto de una de las tablas que se han encontrado en la tumba del Rey Baldovino II de JerusalГ©nВ», continuГі Elisa, В«que se supone que fue el primero, en el aГ±o 1119, en abrir la Cueva de Macpela, llamada tambiГ©n Cueva de los Patriarcas, donde al parecer fueron enterrados Abraham y sus dos hijos, Isaac y Jacob. Estas tumbas se encuentran en el subsuelo de la que hoy llamamos Mezquita o Santuario de Abraham, en HebrГіn, CisjordaniaВ». En ese momento, le enseГ±Гі una foto de la mezquita.

В«Dentro de las tumbasВ», prosiguiГі Elisa, В«el Rey encontrГі, ademГЎs de innumerables objetos de diversa Г­ndole, una serie de tablas que pertenecieron a Abraham. AdemГЎs, se cree que Г©stas pueden representar una especie de diario donde anotaba los momentos mГЎs importantes de su vidaВ».

«Una especie de “registro de viajes”», anticipó Jack, esperando impresionarla.

В«En cierto modo sГ­, ya que, para la Г©poca, habГ­a viajado bastanteВ».

Deslizando otra foto, Elisa continuó explicando: «Los mayores expertos de su idioma y de las modalidades de representación gráfica de la época han intentado traducir lo que está grabado en esta tabla. Las opiniones han estado, lógicamente, muy divididas en algunas partes, pero todos están de acuerdo en que esto», dijo aumentando un detalle de la foto, «se traduzca como “jarrón” o bien como “ánfora de los Dioses”. Luego están las palabras “sepultura”, “secreto” y “protección” que también están bastante claras».

Jack empezaba a estar un poco confundido, pero, asintiendo con la cabeza, intentГі convencer a Elisa de que la estaba siguiendo perfectamente. Ella lo mirГі un instante, y luego continuГі diciendo: В«Este sГ­mbolo, sin embargoВ», dijo toqueteando la pantalla para aclarar la imagen, В«segГєn algunos, representa una tumba, la tumba de un Dios. Mientras que esta parte describirГ­a uno de los Dioses que advierte o incluso amenaza al pueblo reunido a su alrededorВ».

El coronel, un poco por culpa del alcohol, un poco por el embriagante perfume que Elisa desprendГ­a a su alrededor, y un poco por los ojos de ella, en los que se habГ­a perdido, no estaba entendiendo nada de nada. De todas formas, siguiГі asintiendo como si todo estuviera clarГ­simo.

В«Entonces, resumiendoВ», continuГі Elisa notando el continuo adormecimiento de Jack, В«los expertos han interpretado el contenido de esta tablilla como la representaciГіn de un evento que tuvo lugar en los tiempos de Abraham y en el cual, un presunto Dios o mГЎs genГ©ricamente unos Dioses, habrГ­an escondido, enterrГЎndolo alrededor de una de sus tumbas, algo muy preciado, al menos para ellosВ».

В«Me parece una afirmaciГіn algo genГ©ricaВ», comentГі Jack, intentando darse importancia. В«Decir que han enterrado algo preciado cerca de una tumba de los Dioses no es como si tuvieras las coordenadas GPS. PodrГ­a referirse a cualquier cosa en cualquier lugarВ».

В«Tienes razГіn, pero todas las inscripciones, especialmente las que resalen a hace tanto tiempo, tienen que interpretarse y contextualizarse de alguna manera. Es por esto que existen los expertos y, mira por dГіnde, yo soy una de ellosВ». Al decirlo, comenzГі a imitar los movimientos de una modelo mientras es fotografiada por los paparazzi.

В«Vale, vale. SГ© que eres buena. Pero ahora intenta que entendamos algo los pobres ignorantes como yoВ».

«Básicamente», siguió hablando Elisa mientras se recomponía, «después de haber analizado y comparado hallazgos históricos de cualquier tipo, historias reales, leyendas, habladurías y todo lo que he encontrado, las grandes “mentes” de la tierra han afirmado que esta reconstrucción tiene una parte de verdad. Sobre estas bases, se ha enviado a arqueólogos de todo el mundo a la búsqueda de este lugar misterioso».

В«Pero entonces, ВїquГ© tiene que ver el ELSAD?В», el coronel estaba recuperando sus funciones cerebrales, В«a mГ­ me habГ­an dicho que estas investigaciones estaban orientadas a la recuperaciГіn de supuestos artefactos nada menos que de origen alienГ­genaВ».

«Y quizás sea precisamente así», respondió Elisa. «Ya se trata de una opinión generalizada, que estos famosos “Dioses”, que en tiempos remotos merodeaban por la Tierra, no eran otra cosa que humanoides provenientes de un planeta externo a nuestro sistema solar. Dada su elevada tecnología y sus notables conocimientos en el campo médico y científico, no era tan difícil que los confundieran con Dioses capaces de realizar quién sabe qué milagros».

В«YaВ», interrumpiГі Jack. В«Yo tambiГ©n, si llegara con un helicГіptero Apache de combate en medio de una tribu del Amazonas central y empezara a lanzar misiles por todos lados, podrГ­a ser confundido con un Dios furiosoВ».

«Éste es exactamente el efecto que deben haber producido aquellos seres en los hombres de aquella época. Hay quien dice, incluso, que fueron los alienígenas los que sembraron en el Homo Erectus la semilla de la inteligencia, transformándolo así, en pocas decenas de miles de años, en lo que hoy conocemos como Homo sapiens sapiens».

Elisa mirГі atentamente al coronel que parecГ­a tener una expresiГіn cada vez mГЎs asombrada y decidiГі dar un golpe bajo. В«A decir la verdad, como responsable de esta misiГіn, creГ­a que estabas mГЎs informadoВ».

В«Yo tambiГ©n lo creГ­aВ», dijo Jack. В«Evidentemente, ahГ­ arriba siguen la filosofГ­a habitual: cuanto menos se sabe, mejor esВ». La rabia estaba empezando a ocupar el lugar de la Г±oГ±erГ­a anterior.

Elisa se dio cuenta de esto, apoyó la PDA en la mesa y se acercó a pocos centímetros del rostro del coronel, que por un momento contuvo la respiración pensando que realmente iba a besarle, y exclamó «Ésta es la parte divertida».

Volvió de golpe a su sitio y le enseñó otra fotografía. «Mientras todos se lanzaron a la búsqueda de esta famosa “tumba de los Dioses”, hurgando entre las pirámides egipcias, tumbas de los Dioses por excelencia, yo he formulado otra interpretación de lo que está grabado en la tablilla y creo que es la buena. Mira esto», y le enseñó satisfecha una imagen que mostraba el texto tal y como ella lo había interpretado.



Los dos compaГ±eros que, dentro del coche estaban escuchando la conversaciГіn entre los dos comensales, habrГ­an dado cualquier cosa por ver la foto que la doctora estaba mostrando al coronel.

«¡Maldición!», despotricó el gordinflón. «Tenemos que encontrar la manera de poner las manos en esa PDA».

В«Esperemos que por lo menos uno de ellos lo lea en voz altaВ», aГ±adiГі el delgado.

«Esperemos también que esta “cenita romántica” termine pronto. Me he cansado de estar aquí fuera a oscuras y, además, me estoy muriendo de hambre».

«¿Hambre? Pero, ¿qué dices? Si te has comido incluso mi parte de los bocadillos».

В«No toda, amigo mГ­o. Ha sobrado uno y ahora mismo me lo voy a comerВ», y mientras reГ­a satisfecho, se girГі para cogerlo de la bolsa apoyada en el asiento posterior. Pero, al girarse, golpeГі con la rodilla el pulsante de encendido del sistema de grabaciГіn que emitiГі un dГ©bil beep y se apagГі.

В«Pedazo de imbГ©cil, Вїquieres tener cuidado?В». El delgado intentГі volver a encender rГЎpidamente el equipo. В«Ahora tengo que reiniciar el sistema y necesitarГ© al menos un minuto. Reza para que no estГ©n diciendo nada importante, de lo contrario esta vez patearГ© tu enorme culo hasta el Golfo PГ©rsicoВ».

В«PerdГіnВ», dijo el gordinflГіn con solo un hilo de voz. В«Creo que ha llegado el momento de ponerme a dietaВ».



“Los Dioses sepultaron el jarrón con el preciado contenido al sur del templo y ordenaron al pueblo no acercarse hasta su vuelta, de lo contrario catástrofes tremendas se habrían cernido sobre todos los habitantes. Para proteger el lugar, cuatro guardianes en llamas.”



«Ésta es mi traducción», afirmó orgullosamente Elisa. «La palabra exacta para mí no es “tumba”, sino “templo” y el Zigurat de Ur, donde estoy realizando mis investigaciones, no es otra cosa que un templo erigido para los Dioses. Claro, me dirás que por esta zona hay muchos Zigurat, pero ninguno está tan cerca de la casa que perteneció a quien, presumiblemente, escribió las tablillas: nuestro querido Abraham».

«Muy interesante». El coronel estaba analizando atentamente el texto. «Efectivamente, la que todos han señalado como la “Casa de Abraham” está solo a unos doscientos metros del templo».

«Además, si aquellos seres fueran realmente alienígenas», continuó Elisa, «imagina lo interesante que sería, para vosotros los militares, el “jarrón”. Quizás incluso más que su “preciado contenido”».

Jack reflexionГі durante un momento, luego dijo: В«Este es el motivo del interГ©s por parte del ELSAD. El jarrГіn enterrado podrГ­a ser mucho mГЎs que un simple contenedor de barroВ».

В«Excelente. Y ahora, un giro inesperadoВ», exclamГі teatralmente Elisa. В«Ladies and gentlemen, aquГ­ estГЎ lo que he encontrado esta maГ±anaВ».

TocГі la pantalla y una nueva foto apareciГі en la PDA. В«Es el mismo sГ­mbolo que estaba en la tablillaВ», exclamГі Jack.

«Exacto. Pero esta foto la he hecho hoy», respondió satisfecha Elisa. «Por lo que parece, Abraham, para indicar a los “Dioses”, ha utilizado la misma representación que los Sumerios ya habían utilizado: una estrella con doce planetas alrededor de ella y que, casualmente, he encontrado tallada en la tapa del “contenedor” que estamos sacando a la luz».

В«PodrГ­a no significar nadaВ», comentГі Jack. В«QuizГЎs es solo una casualidad. El sГ­mbolo podrГ­a tener otros mil significadosВ».

В«Ah, ВїsГ­? Y entonces esto, segГєn tГє, ВїquГ© es?В», y le enseГ±Гі la Гєltima foto. В«La hemos hecho desde el exterior del contenedor con nuestro aparato de rayos X portГЎtilВ».

Jack no pudo ocultar su cara de sorpresa al verlo.




Nave espacial Theos – Análisis de los datos


Petri estaba aГєn inmerso en el anГЎlisis de la sonda cuando Azakis, volviendo al puente de mando, dijo dirigiГ©ndose a su amigo: В«Nos avisarГЎnВ».

В«Que quiere decir que nos las apaГ±emos solosВ», comentГі amargamente Petri.

«Más o menos como de costumbre, ¿no?», respondió Azakis, dándole una palmadita en la espalda a su compañero de viaje. «¿Qué puedes decirme sobre ese amasijo de hierros?».

В«A parte del hecho de que ha faltado realmente poco para que nos araГ±ara la pintura de la estructura externa, puedo confirmarte, casi con absoluta certeza, que nuestro amigo de tres aspas no ha transmitido ningГєn mensaje. La sonda parece que ha sido diseГ±ada con la finalidad de analizar cuerpos celestes. Una especie de viajero solitario del espacio, que registra datos y los transmite con periodicidad a la baseВ», y seГ±alГі el detalle de la antena en el holograma que fluctuaba en la habitaciГіn.

В«Probablemente hemos pasado demasiado rГЎpido como para que pueda haber registrado nuestra presenciaВ», se atreviГі a suponer Azakis.

В«No solo eso, viejo amigo. Sus instrumentos de a bordo estГЎn programados para analizar objetos a una distancia de cientos de miles de kilГіmetros y nosotros le hemos pasado tan cerca que, si no estuviГ©ramos en el vacГ­o, el movimiento del aire lo estarГ­a aun haciendo girar como una peonzaВ».

В«Y ahora que nos hemos alejado, Вїcrees que puede detectar nuestra presencia?В».

«No lo creo. Definitivamente somos demasiado pequeños y rápidos para formar parte de sus “intereses”».

«Bien», exclamó Azakis. «Ésta parece finalmente una buena noticia».

«He intentado hacer un análisis del método de transmisión adoptado por la sonda», continuó Petri. «Parece que no está todavía equipada con la tecnología de “vórtices de luz” como la nuestra, sino que utiliza aún un viejo sistema de modulación de frecuencia».

«¿No era el que utilizaban nuestros predecesores antes de la Gran Revolución[14 - Periodo histórico a partir del cual cambiaron los sistemas de propulsión y comunicación.]?», preguntó Azakis.

В«Exacto. No era demasiado eficiente, pero permitiГі intercambiar informaciГіn con todo el planeta durante muchГ­simo tiempo y decididamente ha contribuido a que llegГЎramos donde estamos ahoraВ».

Azakis se sentГі en el sillГіn de mando, se mordisqueГі el dedo Г­ndice, luego dijo: В«Si este es el sistema de comunicaciГіn utilizado actualmente en la Tierra, quizГЎs incluso podamos ser capaces de captar alguna de sus transmisionesВ».

В«SГ­, quizГЎs una buena pelГ­cula pornoВ», comentГі Petri sacando ligeramente la lengua por el lado izquierdo de la boca.

В«Deja de decir tonterГ­as. En cambio, Вїpor quГ© no intentas readaptar nuestro sistema de comunicaciГіn secundario para esta tecnologГ­a?В».

В«Entiendo. Me quedan varias horas de trabajo en ese minГєsculo compartimentoВ».

«¿Qué te parece si comemos algo antes?», preguntó Azakis anticipando la solicitud de su amigo, que imaginaba llegaría algunos instantes después.

В«Esta es la primera cosa sensata que te he escuchado decir hoyВ», respondiГі Petri. В«Todo este alboroto me ha abierto el apetitoВ».

В«Vale, hagamos una pausa, pero yo decido lo que comemos. El hГ­gado de Nebir que elegiste ayer se ha quedado en mi pobre estГіmago tanto tiempo que parecГ­a que habГ­a echado raГ­cesВ».



Unos diez minutos despuГ©s, mientras los dos compaГ±eros de viaje estaban aГєn intentando acabar su comida, en la Tierra, en el Centro de Control de Misiones de la NASA, un joven ingeniero detectaba una extraГ±a variaciГіn de ruta de la sonda que estaba monitorizando.

В«JefeВ», dijo en el micrГіfono que tenГ­a a un centГ­metro de la boca y que estaba conectado a sus auriculares. В«Puede que tengamos un problemaВ».

«¿Qué tipo de problema?», se apresuró en responder el ingeniero responsable de la misión.

В«Parece que Juno, por algГєn motivo que todavГ­a ignoramos, ha sufrido una ligera variaciГіn en la ruta establecidaВ».

«¿Variación? ¿Y de cuánto? Pero, ¿a qué se debe?». Ya tenía sudores fríos. El coste de aquella misión era desorbitado y nada debería torcerse.

В«Estoy analizando los datos en este preciso momento. La telemetrГ­a indica un desplazamiento de 0,01 grados sin ningГєn motivo aparente. Todo parece estar funcionando correctamenteВ».

В«PodrГ­a haber sido golpeada por un fragmento de rocaВ», supuso el ingeniero anciano. В«DespuГ©s de todo, el cinturГіn de asteroides no estГЎ tan lejosВ».

В«Juno se encuentra prГЎcticamente en la Гіrbita de JГєpiter y allГ­ no deberГ­a haber ningunoВ», asegurГі con mucho tacto el joven.

В«Y entonces, ВїquГ© ha sucedido? Tiene que haber necesariamente un fallo de algГєn tipoВ». ReflexionГі durante un segundo y luego ordenГі: В«Quiero un doble control en todo el equipo de a bordo. Los resultados en cinco minutos en mi ordenadorВ», y cerrГі la comunicaciГіn.

El joven ingeniero se dio cuenta repentinamente de la responsabilidad que le habГ­an confiado. Se observГі las manos: temblaban ligeramente. DecidiГі ignorarlas. PidiГі ayuda a un compaГ±ero para que realizara un check-up diferenciado de la sonda y cruzГі los dedos. Los ordenadores empezaron a realizar secuencialmente todos los controles programados y, despuГ©s de algunos minutos, en su pantalla, aparecieron los resultados del anГЎlisis:



Check-up completado. Todos los instrumentos estГЎn operativos.



В«Parece que todo estГЎ bienВ», comentГі su colega.

В«Y entonces, ВїquГ© demonios ha pasado? Si no lo descubrimos en los prГіximos dos minutos, el jefe nos patearГЎ el culo a ambosВ», y comenzГі a teclear desesperadamente los mandos del teclado que tenГ­a delante.

Nada de nada. Todo funciona perfectamente.

Necesitaba inventarse algo, y tenГ­a que hacerlo rГЎpido. EmpezГі a dar golpecitos con los dedos en el escritorio. ContinuГі durante una decena de segundos, luego decidiГі apelar a la primera regla del manual de comportamiento en el lugar de trabajo: nunca contradecir al jefe.

AbriГі el micrГіfono y dijo de repente: В«Jefe, tenГ­a usted razГіn. Ha sido un pequeГ±o asteroide troyano que ha desviado la sonda. Afortunadamente, no la ha golpeado directamente, sino que ha pasado cerca de ella. Evidentemente, la masa del asteroide ha creado una mГ­nima atracciГіn gravitacional en nuestro Juno, provocando asГ­ la ligera variaciГіn de ruta. Le estoy enviando los datosВ», y contuvo la respiraciГіn.

DespuГ©s de interminables instantes, a los auriculares llegГі, orgullosa, la voz del jefe: В«Estaba seguro. Hijo mГ­o, el instinto del viejo lobo no se superaВ». Luego aГ±adiГі: В«Proceded a activar los motores de la sonda y corregir la ruta. No admitirГ© erroresВ», y cerrГі la conversaciГіn. Un segundo despuГ©s, la volviГі a abrir diciendo: В«Excelente trabajo chicosВ».

El joven ingeniero se dio cuenta de que la sangre estaba volviendo a fluir en su cuerpo. Su corazГіn latГ­a tan fuerte que lo sentГ­a palpitar en las orejas. DespuГ©s de todo, podrГ­a haber sido asГ­. DirigiГі la mirada hacia su colega y, levantando el dedo pulgar, le hizo un gesto de satisfacciГіn. El otro respondiГі guiГ±ando un ojo. Se habГ­an librado, al menos por el momento.




Nassiriya – Después de la cena


El sistema de grabaciГіn emitiГі un doble beep y se volviГі a activar. La voz de la doctora volviГі a reproducirse en el pequeГ±o altavoz del interior del coche. В«Creo que es hora de irse, Jack. MaГ±ana por la maГ±ana me tengo que levantar temprano para continuar con las excavacionesВ».

В«ValeВ», respondiГі el coronel. В«Voy a felicitar al chef y nos vamosВ».

В«Maldita seaВ», exclamГі el delgado. В«Por tu culpa nos hemos perdido la mejor parteВ».

В«Venga, ni que lo hubiera hecho a postaВ», se justificГі el gordo. В«Siempre podemos decir que ha habido un fallo en el sistema y que una parte de la conversaciГіn no hemos conseguido grabarlaВ».

В«Siempre tengo que salvarte el culoВ», afirmГі el otro.

В«HarГ© que me perdones. Tengo en mente un plan para poner mis manos en la PDA de nuestra doctoraВ». Se cogiГі la nariz entre el pulgar y el Г­ndice, luego dijo: В«Nos introduciremos esta noche en su habitaciГіn y copiaremos todos los datos sin que se dГ© cuentaВ».

В«Y para que no se despierte, ВїquГ© hacemos? Вїle cantamos una nana?В».

В«No te preocupes amigo mГ­o. Tengo un as en la mangaВ» y le guiГ±Гі el ojo.



Mientras tanto, en el restaurante, Jack y Elisa se preparaban para salir. El coronel encendiГі el comunicador portГЎtil y contactГі la escolta. В«Estamos saliendoВ».

В«AquГ­ fuera estГЎ todo tranquilo, coronelВ» respondiГі una voz en el auricular.

Con aire cauteloso, el coronel abriГі la puerta del local y observГі con atenciГіn el exterior. Fuera, de pie cerca del coche, estaba aГєn el militar que habГ­a acompaГ±ado a Elisa.

В«Puedes irte chicoВ», ordenГі el coronel. В«Yo acompaГ±o a la doctoraВ».

El soldado se puso firme, saludГі militarmente y, diciendo algo en su comunicador, desapareciГі en la noche.

В«Ha sido una tarde maravillosa, JackВ», dijo Elisa saliendo. RespirГі profundamente el aire fresco de la noche y aГ±adiГі: В«HacГ­a mucho tiempo que no pasaba un rato asГ­. Gracias, de verdadВ», e hizo otra de sus maravillosas sonrisas.

В«Ven, no es muy seguro aГєn estar al aire libre en esta zonaВ», dijo mientras abrГ­a la puerta del coche y le ayudaba a subir.

El gran coche oscuro, conducido por el coronel, arrancГі rГЎpidamente, dejando tras de sГ­ una hermosa nube de polvo.

«Yo también he estado muy bien. No habría pensado nunca que una velada con una “sabionda doctora” pudiera ser tan agradable».

«¿Sabionda? ¿Es así como crees que soy?», y se giró hacia el otro lado fingiendo estar ofendida.

В«Sabionda sГ­, pero tambiГ©n muy simpГЎtica, inteligente y realmente sexyВ». Como ella estaba mirando hacia afuera, aprovechГі para acariciarle delicadamente los cabellos de la nuca.

El contacto le provocГі una serie de agradables escalofrГ­os a lo largo de la espalda. No podГ­a ceder tan pronto. Pero su excitaciГіn estaba creciendo cada vez mГЎs. DecidiГі no decir nada y disfrutГі ese agradable, pequeГ±o masaje. Jack, alentado por la ausencia de reacciones por su gesto, siguiГі durante un rato mГЎs acariciГЎndole los largos cabellos. De repente, empezГі a deslizar la mano, primero en su hombro, luego en el brazo y despuГ©s mГЎs y mГЎs abajo, hasta rozarle delicadamente los dedos. Ella, permaneciendo girada hacia la ventanilla, tomГі la mano de Г©l y la estrechГі con decisiГіn. Era una mano grande y fuerte. Ese contacto le daba mucha seguridad.



A poca distancia, otro coche oscuro estaba siguiГ©ndolos, intentando entender algГєn diГЎlogo interesante.

В«Esos diez dГіlares creo que estГЎn cambiando de acera, viejo amigoВ», dijo el gordito. В«Ahora la lleva al hotel, ella lo invita a subir para beber algo y ВЎhecho!В».

В«Reza para que no acabe asГ­, si no a ver cГіmo lo hacemos para copiar los datos de la PDAВ».

В«Vaya, no lo habГ­a pensadoВ».

В«TГє nunca piensas en nada que no tenga la posibilidad de acabar en ese estГіmago sin fondo que tienesВ».

В«Venga, no te separes demasiadoВ», dijo el gordito, ignorando la provocaciГіn. В«No me gustarГ­a perder la seГ±al otra vezВ».



Permanecieron un rato asГ­, cogidos de la mano. Ambos con la mirada fija al otro lado del parabrisas. El Hotel se acercaba cada vez mГЎs y Jack se sentГ­a muy incГіmodo. No era la primera vez que salГ­a con una chica, pero, esa noche, sintiГі resurgir toda la timidez que lo habГ­a torturado durante su juventud y que pensaba que habГ­a ya superado. Ese contacto tan prolongado lo habГ­a paralizado. QuizГЎs deberГ­a haber dicho algo para romper ese incГіmodo silencio, pero, temiendo que cualquier palabra pudiera arruinar ese momento mГЎgico, decidiГі callar.

AgradeciГі al cambio automГЎtico que no lo obligaba a soltar la mano de ella para cambiar de marcha y siguiГі conduciendo en la noche.

A Elisa, le estaban volviendo a la mente, uno a uno, todos los presuntos “hombres de su vida”. Historias diferentes, tantos sueños, proyectos, alegrías y felicidad, pero, al final, siempre mucha desilusión, amargura y dolor. Era como si el destino hubiera decidido ya todo por ella. Se le había diseñado un camino lleno de satisfacciones y reconocimientos a nivel profesional, pero donde parecía que no estaba previsto nadie a su lado para acompañarla. Ahora estaba ahí, en un país extranjero, mientras viajaba por la noche, cogida de la mano, con un hombre que hasta el día antes había considerado solo un obstáculo para sus planes y que, sin embargo, le estaba generando mucha ternura y afecto. En más de una ocasión se preguntó qué debía hacer.

«¿Todo bien?» preguntó Jack preocupado, viendo que los ojos de ella se volvían cada vez más llorosos.

В«SГ­, gracias Jack. Es solo un momento de tristeza. PasarГЎ prontoВ».

«¿Es acaso culpa mía?», preguntó rápidamente el coronel. «¿He dicho algo malo?».

В«No, al contrarioВ», respondiГі ella y, con una vocecita muy dulce, aГ±adiГі , В«QuГ©date a mi lado, por favorВ».

В«Eh, estoy aquГ­. No tienes que preocuparte de nada. Nunca permitirГ© que te pase nada malo, Вїvale?В».

В«Gracias, muchГ­simas graciasВ», dijo Elisa, mientras intentaba secarse las lГЎgrimas que, lentamente, le resbalaban por las mejillas. В«Eres un amorВ». Jack permaneciГі en silencio y le estrechГі aГєn mГЎs fuerte la mano.

La seГ±al del hotel aparecГ­a al final de la calle. Recorrieron toda la calle sin decir nada. Luego, el coronel bajГі la velocidad y parГі el coche justo delante de la puerta principal. Los dos se miraron intensamente. Durante algunos larguГ­simos instantes nadie osГі decir nada. Jack sabГ­a que le tocaba a Г©l dar el primer paso, pero Elisa se le adelantГі В«Ahora tu deberГ­as decirme que ha ido una velada muy bonita, que soy maravillosa y yo te deberГ­a invitar a subir para beber algoВ».

«Sí, la praxis lo exigiría», comentó Jack, un poco sorprendido por sus palabras. «Así sería si tú fueras como las demás, pero no creo que seas así». Tomó aliento y continuó, «Creo que eres una persona verdaderamente especial y esta noche que hemos pasado juntos me ha permitido conocerte mejor y descubrir muchas cosas que nunca habría pensado encontrar en una “arqueóloga”».

В«Lo tomo como un cumplidoВ», dijo ella, intentando desdramatizar un poco.

«Detrás de esa armadura de mujer fuerte e indestructible, creo que se esconde un cachorro tierno y asustado. Eres una mujer muy dulce y con una sensibilidad única». Quizás se arrepentiría de lo que estaba a punto de decir, pero reunió valor y continuó, «Sinceramente, no me interesa una noche de sexo para archivar en el recuerdo, como otras tantas totalmente inútiles y que la mañana después no te dejan nada más que un vacío inmenso. De ti deseo más. Siempre me has gustado mucho, lo confieso». Ya no podía parar. Cogió sus manos, las apretó y continuó. «Desde que te vi la primera vez en mi oficina, entendí que tenías algo diferente. Al principio me atrajo lógicamente tu belleza, luego tu voz, tu forma de hablar, tus gestos, tu forma de caminar, tu sonrisa…», hizo una breve pausa y añadió, «Tu encanto me ha embrujado. Me has robado el corazón. No creo que sea capaz de pensar en una vida sin ti y no será como acabe esta noche lo que me haga cambiar de idea».

Elisa, que no esperaba una declaraciГіn semejante, se quedГі por un momento sin palabras, luego, mirГЎndolo a los ojos, se le acercГі lentamente. VacilГі durante un instante y luego lo besГі.

Fue un beso largo e intenso. Emociones viejas y nuevas estaban resurgiendo en la mente de ambos. De repente, Elisa se separó y, permaneciendo a pocos centímetros de él, dijo «Gracias por tus palabras, Jack. Ni siquiera yo habría deseado que nuestro encuentro acabara en una triste noche de sexo. Esta noche me ha permitido descubrir algo más sobre ti y apreciar el tipo de hombre que eres. Yo tampoco habría pensado nunca poder encontrar, detrás de un serio “coronel”, una persona tan tierna y sensible. Tengo que confesarte que no sentía latir mi corazón tan fuerte desde hace mucho tiempo. No soy ya una adolescente, lo sé, pero no quisiera arruinarlo todo invitándote a subir ahora». Hizo una larga pausa y añadió,  «Me gustaría mucho volver a verte».

Lo besГі de nuevo, bajГі del coche y entrГі corriendo al hotel. TemГ­a que, si se daba la vuelta, no serГ­a capaz de respetar lo que le habГ­a dicho poco antes.

Jack la siguiГі con la mirada hasta que desapareciГі al otro lado de la puerta giratoria del Hotel. PermaneciГі inmГіvil, mirando las puertas moverse hasta que se pararon completamente. En ese momento, dirigiГі una Гєltima mirada hacia el letrero del hotel, luego pisГі a fondo el acelerador y, con un agudo chirrido de neumГЎticos, desapareciГі en la noche.



Los dos oscuros personajes que seguГ­an a la pareja, aparcaron el coche detrГЎs del hotel, con mucho cuidado para no llamar la atenciГіn. Desde ahГ­ podГ­an ver la ventana de la habitaciГіn de Elisa que, despuГ©s de menos de un minuto, se iluminГі.

В«Ha entrado y estГЎ solaВ», dijo el gordito.

El delgado le recordГі al otro que habГ­a perdido la apuesta. В«Amigo mГ­o, suelta la pastaВ», e hizo el gesto de frotar el Г­ndice y el pulgar entre ellos.

В«Bueno, me esperaba todo menos que acabara asГ­В», respondiГі el gordinflГіn. В«Nuestro querido coronel parece que se ha enamoradoВ».

В«Ya, y ella parece que tambiГ©n estГЎ por la laborВ».

«Realmente una bonita “pareja”», comentó el gordinflón con si habitual risa. «Ahora esperamos hasta que se meta en la cama, luego nos metemos en su habitación y copiamos todos los datos de su agenda electrónica». Bajó del coche y añadió, «Mientras preparo el material, tú comprueba que apague la luz».



Elisa estaba atormentada por mil pensamientos. ВїHabГ­a hecho bien en dejarlo asГ­? ВїCГіmo se lo habrГ­a tomado? En el fondo, habГ­a sido Г©l quien habГ­a propuesto dejarlo. Sin duda, Jack le habГ­a dado una buena demostraciГіn de seriedad. ВїEra realmente sincero el sentimiento que, con tantas maravillosas palabras, le habГ­a expresado, o era solo una estrategia para hacer que cayera cada vez mГЎs en una red hГЎbilmente tejida? No habrГ­a soportado otra desilusiГіn amorosa, mГЎs dolor, mГЎs sufrimiento. DecidiГі no pensarlo por el momento. El objetivo que se habГ­a fijado lo habГ­a alcanzado de todas formas: el coronel le habГ­a concedido otras dos semanas para completar su investigaciГіn. Lo demГЎs eran solo expectativas y ella habГ­a ya aprendido a no hacerse demasiadas ilusiones. No podГ­a permitirse cometer otro error. Esta vez no se habrГ­a recuperado.

Se quitГі la ropa y se tirГі en la cama. El alcohol la habГ­a confundido bastante. Ahora, su mayor deseo era solo dormir. ApagГі la luz y se durmiГі casi en ese mismo instante.

Jack, mientras conducГ­a hacia la base, estaba pensando mГЎs o menos lo mismo. ВїLa habГ­a desilusionado? ВїTendrГ­a realmente ganas de volver a verlo? A pesar de todo, habГ­a causado una gran impresiГіn habiendo declinado, de una forma tan caballerosa, la oportunidad de acostarse con ella. Pocos lo habrГ­an hecho y estaba claro que ella lo habГ­a apreciado mucho. DespuГ©s de todo, realmente estaba naciendo algo, tenГ­an todo el tiempo del mundo para estar juntos. Un dГ­a mГЎs o menos no hacГ­a ninguna diferencia.



В«Ha apagado la luzВ», dijo el gordinflГіn en voz baja, como si tuviera miedo de despertarla. CogiГі una bolsa grande del maletero y aГ±adiГі: В«Podemos irВ».

Los dos, con pasos prudentes, se dirigieron hacia la entrada de la casa junto al hotel, en la que habГ­an alquilado una habitaciГіn.

В«Tenemos que hacerlo ahoraВ», dijo el gordinflГіn. В«Esa maldita PDA la lleva siempre encima como si fueran sus bragas. La Гєnica forma para cogerla es hacerlo mientras duermeВ».

Subieron lentamente las escaleras evitando hacer ruidos inГєtiles. Un clic de la cerradura y la puerta se abriГі. La habitaciГіn estaba llena de cajas, sobres y basura de todo tipo. ParecГ­a casi un almacГ©n abandonado. Una lГЎmpara de pared, llena de polvo acumulado durante aГ±os, iluminaba suavemente el ambiente.

В«Nos introduciremos saltando la divisiГіn entre nuestra terraza y la suyaВ», dijo el gordinflГіn.

«¿Nos introduciremos? ¿Querrás decir que me introduciré?», exclamó el otro. «¿Cómo vas a saltar a la otra parte con toda esa grasa que llevas encima?».

«¿No estarás poniendo en duda mis cualidades atléticas?».

В«No, ni mucho menos. Nunca me atreverГ­aВ», respondiГі el delgado con un tono mГЎs bien sarcГЎstico. В«Deja de decir estupideces y pГЎsame esa cuerda. Si me resbalo intenta agarrarme. No me apetece morir estampado en la acera de esta triste ciudadВ».

В«No te preocupes, yo te agarroВ». Se pasГі la cuerda alrededor de la cintura y le dio una vuelta en el pasamanos de la barandilla. В«CГіgelaВ», aГ±adiГі mientras le pasaba una pequeГ±a pistola de dardos con puntero lГЎser. В«Un pinchazo de esto y nuestra seГ±orita dormirГЎ como un angelito durante toda la noche. La aguja es tan minГєscula que, en el peor de los casos, pensarГЎ que le ha picado un mosquitoВ».

El delgado trepГі por la barandilla y con un ГЎgil salto aterrizГі en la habitaciГіn de al lado. Se agachГі todo lo que pudo y, muy lentamente, se acercГі a la gran ventana que daba a la habitaciГіn de Elisa.

MirГі dentro con precauciГіn, asomando la cabeza entre el montante y la cortina. Aunque muy suave, la iluminaciГіn de la calle le permitiГі ver que Elisa estaba tumbada boca abajo, con la cabeza hacia el otro lado, vistiendo solo braguitas y sujetador.

Vaya, ВЎque buen culo! Nuestro coronel tiene buen ojo.

Introdujo lentamente el micro dardo, empapado con el potente somnГ­fero, en el cargador de la pistola y metiГі la caГ±a en la rendija de la ventana que se habГ­a dejado abierta. El pequeГ±o puntero lГЎser dibujГі un puntito rojo en el glГєteo de Elisa. Contuvo un momento la respiraciГіn y luego apretГі el gatillo. Con un sordo soplido, el dardo saliГі y se clavГі en la tierna carne de ella. Elisa se tocГі, con la mano izquierda, el lugar alcanzado como si quisiera aplastar un insecto, luego volviГі a meter el brazo bajo la almohada y se volviГі a dormir profundamente.

El delgado esperГі algunos minutos para que el somnГ­fero hiciera su efecto, luego abriГі lentamente la ventana y entrГі con cautela en la habitaciГіn.

Se acercГі a la cama con pasos felinos y comprobГі su respiraciГіn. Era profunda y regular. Con un dedo le acariciГі ligeramente la espalda. Ninguna reacciГіn.

ВЎPerfecto! Duerme como un tronco. No se darГЎ cuenta de nada.

Para evitar dejar cualquier rastro, recuperГі con cuidado el micro dardo, extrayГ©ndolo con un tirГіn seco del glГєteo de ella y se lo metiГі en el bolsillo. MirГі alrededor. Vio inmediatamente el bolso semiabierto de Elisa, apoyado en la silla al lado de la cama. EmpezГі a rebuscar y, aunque no era muy grande, experimentГі personalmente lo difГ­cil que es encontrar algo en el bolso de una mujer. HabГ­a de todo.

De repente, una mГєsica a todo volumen lo sobresaltГі. El mГіvil habГ­a empezado a emitir una ruidosa melodГ­a rock. Casi le da un infarto. Por miedo a que se pudiera despertar, intentГі silenciarlo frenГ©ticamente. PresionГі todas las teclas posibles hasta que encontrГі la correcta. Se girГі hacia ella. AГєn dormГ­a. En la pantalla del telГ©fono aparecГ­a el nombre de quien llamaba: Jack Hudson.

ВїQuГ© querГ­a ahora? QuizГЎs, si no recibГ­a respuesta, volvГ­a para echar un vistazo.

TenГ­a que hacerlo rГЎpido, cogiГі el bolso y vaciГі en el suelo todo el contenido. El borde metГЎlico de la PDA reflejГі por un instante la pГЎlida luz de la farola de la calle. Lo cogiГі y lo activГі.



Espere por favor…

Pero, ВїcГіmo harГЎn en las pelГ­culas, para introducirse en las estructuras mГЎs protegidas, entrar en el ordenador central y, en dos segundos, conectarse y copiarlo todo?



EsperГі pacientemente que se activara, luego sacГі del bolsillo de su chaqueta un pequeГ±o aparato portГЎtil y lo conectГі a la PDA mediante un cable negro. Pasaron otros segundos interminables.

ConexiГіn establecida.



Empezó frenéticamente a navegar por todas las carpetas hasta que encontró la que le interesaba: “Fotos y documentos”. Echó un vistazo rápido al contenido y decidió que estaba todo lo que necesitaba. Tecleó entonces, muy rápidamente, una serie de comandos en el mini teclado incorporado al aparato. En la pantalla apareció una barra de progreso que indicaba que la operación de copia estaba en proceso.



10%, 30%, 55%…



Venga, vamos, date prisa…

DespuГ©s de otros larguГ­simos segundos, finalmente apareciГі el mensaje que estaba esperando con ansia.



OperaciГіn completada.



DesconectГі el cable, apagГі la PDA y lo volviГі a colocar en el bolso de Elisa junto a todo el contenido que habГ­a esparcido en el suelo. VolviГі a colocar el bolso, prestando mucha atenciГіn a ponerlo tal y como lo habГ­a encontrado.

Me parece que todo estГЎ bien. Puedo largarme.

EchГі un Гєltimo vistazo a las curvas de Elisa, luego saliГі de la terraza y volviГі a cerrar la ventana dejando la misma rendija que habГ­a encontrado. Se girГі y vio a su compaГ±ero que, asomando la cabeza directamente a la terraza de Elisa, lo miraba con aire satisfecho.

«Está claro que eres un experto en pasar desapercibido, ¿eh?», le dijo. «¿Qué haces asomado a la terraza? ¿Por qué no pones un gran cartel que diga “Estamos desvalijando la habitación, por favor, no moleste”?».

В«Venga ya, si no hay nadie en la calle. ВїQuiГ©n va a vernos a estas horas de la noche?В».

В«Vamos a dejarloВ», dijo abatido. В«Mejor pГЎsame la cuerda y ayГєdame a llegar hasta ahГ­В». Se agarrГі a la barandilla y, sin demasiado esfuerzo, regresГі a la terraza de su apartamento.




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notes



1


Unidad astronГіmica. Indica la distancia media entre el Sol y la Tierra igual a 149.597.870,700 Km.




2


MamГ­fero cuadrГєpedo de densa piel marrГіn oscura. De adulto llega a superar los cien kilogramos de peso.




3


RarГ­sima flor de tallo largo con seis pГ©talos. Cada pГ©talo tiene la parte central blanca y un color diferente en el iris. Solo se abre dos veces al aГ±o, y su perfume es intenso y embriagador.




4


Golfo situado en el sud del Continente, donde enormes acantilados sobre el mar forman una gran cueva natural. La antigua ciudad de Saraan lo domina con su majestuosidad, convirtiГ©ndolo en uno de los lugares mГЎs bellos del planeta.




5


Sistema de interconexiГіn global que puede memorizar y distribuir el Saber a nivel В planetario. Todos los habitantes pueden acceder, con varios niveles de profundidad, mediante un sistema neural N^COM, implantado desde el nacimiento en el cerebro, de manera permanente.




6


EspГЎtula de arqueГіlogo creada especialmente para las actividades de excavaciГіn.




7


ConstrucciГіn en forma de torre compuesta por troncos de pirГЎmide superpuestos en pisos (pirГЎmide escalonada).




8


Extraterrestrial Lifeforms Search and Discovery.




9


Instrumento musical de percusiГіn del grupo de los membranГіfonos.




10


Ritmo musical en 4/4 de origen Muwashah.




11


Instrumento de cuerda de la familia de los laГєdes de mango corto.




12


Mousse de berenjenas y yogur.




13


Pan plano y redondo hecho en horno de leГ±a o en piedras calientes.




14


Periodo histГіrico a partir del cual cambiaron los sistemas de propulsiГіn y comunicaciГіn.



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